
El estudio de los fenómenos mediúmnicos, es de vital importancia en los centros espíritas. En este estudio tiene sus bases fundadas el Espiritismo; pero con frecuencia vemos como, por falta de las nociones fundamentales, y de una buena directriz, se perjudica notablemente la labor que se debe de realizar.
El centro debe de ser una luz en el camino, para los espíritus encarnados y desencarnados; la tarea de dirigir un grupo, es muy importante, exige muchas cualidades, mucho conocimiento y capacidad de discernir, y una fuerza moral irreprochable. Ningún grupo puede funcionar bien, si no está sometido a una rígida disciplina.
La persona que dirige el grupo debe estar apoyada por los guías del centro, que desde el plano espiritual marcarán, las normas a seguir en el plano terrestre. Los demás integrantes del grupo, son imprescindibles para la tarea espiritual a realizar, sin la cooperación y participación de todos los integrantes del centro, junto con la participación del plano espiritual, sería irrealizable la luminosa labor a desempeñar, en pro de la evolución espiritual de la Tierra.
El orgullo, la vanidad y el deseo de ocupar un lugar destacado, anula todas las posibilidades de conseguirlo.
El que es humilde, acepta el último lugar, y tiene el deseo de contribuir y ser útil, sin duda éste es el más grande, como decía Jesús:
“el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo; así como el “Hijo del Hombre” no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”.
Yo estoy de acuerdo con el trabajo que se realiza en todos los centros; cada uno de ellos desempeña su misión en el ambiente proporcionado por la asistencia espiritual que tiene, siendo útil con la tarea realizada, siempre que no se dejen llevar por el envanecimiento y se conviertan en instrumentos dóciles de espíritus mal intencionados.
En el momento que el responsable de uno de los centros, intente imponer en el centro o fuera de éste, como única y verdadera la interpretación que él hace de la doctrina espírita, desmintiendo a los que no acepten sus puntos de vista, sin ninguna duda es un fiel instrumento de las fuerzas negativas, y en esto tenemos que ser prudentes y meticulosos.
Es muy necesario que los dirigentes de los centros, debido a la responsabilidad que han asumido, pues la elección para el desempeño de dicho cargo, tiene carácter espiritual, que mediten y vigilen toda práctica y actividad que se realice en el centro, procurando que se cumplan los preceptos establecidos por la doctrina espírita.
Es un deber de todo espírita, divulgar el Espiritismo sin alterar su origen. Su misión fundamental es modificar y exaltar las cualidades de todo cuanto pueda intervenir o influir, dirigido hacia el mejoramiento de nuestras condiciones de vida.
Es la influencia espiritual que reconoce los valores del alma. Los principios del Espiritismo son tan viejos como el Espíritu del hombre; están exceptuados de preconceptos de sectas o castas, aunque éstas orienten al ser humano hacia objetivos avanzados de la vida superior.
El Espiritismo no fue codificado para competir con otras religiones, y Allan Kardec, Espíritu de mucha elevación, liberado de dogmatismos religiosos, no se le puede responsabilizar por el fanatismo de algunos espiritistas, que malinterpretan la doctrina.
Sus bases son inamovibles, porque descansan sobre un principio eterno.
Creemos en un Dios único e indivisible, cuya casa o templo es el Universo; creemos en la existencia del mundo espiritual, en la pluralidad de mundos habitados dentro de nuestro Universo, en la ley de vidas sucesivas, hasta que el Espíritu tenga necesidad de ellas. Finalmente creemos en Jesús y su Evangelio. Jesús es nuestro guía, el Espíritu más elevado de nuestro planeta, al que seguimos, porque creemos en Él y en el camino de la verdad que nos enseñó.
Los centros espíritas tienen la obligación de analizar y vigilar la asistencia espiritual y las comunicaciones que reciben, pues algunas de las comunicaciones mediúmnicas, pueden ser un fraude; entregándose el médium a trabajos anímicos, sembrando la mixtificación a cuenta de un servicio mediúmnico superior.
Los espíritus superiores no se manifiestan en los centros espíritas donde predominan la ansiedad y la inquietud por el fenómeno espectacular, el cual entorpece la propia redención del médium.
Entonces se anula el espíritu de iniciativa, cayendo en el fanatismo, desvirtuando y descuidando la responsabilidad espiritual.
Esa influencia astralina, a veces inteligente pero mal intencionada, puede ser muy peligrosa, como ya dije antes; sus miembros están muy bien preparados, en el campo de la astucia, consiguen fácilmente introducirse entre los espíritas neófitos, que se entusiasman por el fenómeno mediúmnico, antes de buscar la transformación espiritual de sí mismos.
Con sus dudas y desacertados argumentos, destruyen la seguridad espiritual mantenida por los protectores del mundo superior. En todos los centros o grupos, puede haber alguna persona que esté dominada por el orgullo, vanidad o ambición, y se convierta en dócil instrumento del mundo de las sombras; dando lugar a que el más mínimo desacuerdo que pueda surgir en el grupo, sea utilizado para sembrar la discordia y separación, impidiendo el beneficioso estudio y trabajo que se debe realizar en un centro espírita.
El verdadero espírita, es aquél que profundiza en el estudio, que no se deja manipular por interpretaciones falsas, y lo más importante es que aplica en él, en su sistema de vida, todo lo que intenta enseñar a los demás, dando el ejemplo moral para que sus semejantes confíen en él; es entonces cuando recibirá el don de la intuición, esa percepción clara y recta de las verdades espirituales, sin presentimientos ni visiones.
La intuición marcará con toda seguridad el rumbo que debe seguir, sin que nadie le aparte de su camino. Una vez alcanzada esta situación, será fortalecido en sus debilidades, asistido en las enfermedades, no sintiéndose solo o abandonado jamás, porque la asistencia de los buenos espíritus nunca le faltará. Por esto, la intuición se estima como la etapa más elevada en la transformación de un espírita.
Mientras el hombre esté dominado por la razón humana, será gobernado y esclavo del mundo de las formas, sometido a las fuertes pasiones de la vida física. La mayoría de los seres, no tienen noción alguna, de que diariamente se participa en los fenómenos del mundo oculto, confundiéndolos fácilmente con hechos comunes y cotidianos de la vida terrena. Aquéllos que dicen ser ateos, no pueden imaginar, en su escepticismo, la estrecha relación que tienen con los “muertos”, según su visión del mundo.
En la vida material, todo está relacionado con la vida del mundo espiritual. Nuestra forma de vida está condicionada al tipo de amistades espirituales que atraemos y conservamos.
Esta relación mantenida con el plano espiritual, tiene un importante significado a través de nuestros sentimientos, pues la tristeza o alegría que manifestamos, es debida a la proximidad del ser invisible, que sintoniza perfectamente con nuestros pensamientos y emociones.
Aquí como en el Más Allá, cuando nos desviamos del camino recto, cuando nos dejamos influenciar por los espíritus pervertidos, atraemos decenas de ellos, que sin piedad, nos arrastran al estado de sufrimiento que ellos están padeciendo.
Todos nosotros tenemos que dejar aquí nuestro cuerpo, y al abandonar este plano terrestre, seremos espíritus buenos o malos; felices o desgraciados, esto dependerá de cómo hayamos vivido, de qué tipo de influencias nos han dominado; si nos hemos inclinado por las pasiones mundanas o por el contrario por las virtudes y buenos propósitos.
Aunque todos seamos, más o menos, influenciados por espíritus desencarnados, no debemos olvidar que también existen espíritus buenos; dedicados en su abnegación a ayudar siempre a los que en la vida física, intentan su rehabilitación espiritual. Los que desean liberarse de las entidades opresoras de las sombras, no deben descuidar su reajuste moral, y el control emotivo y mental, sobre sus deseos y pasiones inferiores.
El Espiritismo es una doctrina disciplinada por un conjunto de leyes, principios y reglas, que orientan las relaciones entre los espíritus encarnados y desencarnados, y promueve la renovación filosófica y moralizadora de sus seguidores.
No es suficiente que el espiritista frecuente el centro espírita, que escuche a los espíritus, que comprenda o crea en la existencia del mundo espiritual, que reciba pases magnéticos, o que participe de las reuniones.
El verdadero espírita, es necesario que se integre incondicionalmente en sus postulados morales, dando como ejemplo la fuerza moral de sus actos.
De no ser así, bastaría la asistencia frecuente y constante a los centros espíritas, y el uso indiscriminado del servicio medianímico, para caracterizarse como un verdadero espírita.
Pero no es así, porque sólo por la transformación interior, se reconocerá al buen espírita.
Es posible que esto, para algunos sea algo inverosímil o fantasioso; pero yo os puedo decir que a lo largo de mi existencia, he aplicado estas normas a mi vida y a mi trabajo espiritual, he intentado siempre seguir los pasos de mi querido Maestro Jesús, al que le ofrecí mi insignificante vida, y hoy en mis últimos días, sólo me queda decir:
¡Gracias por todo, mi querido Maestro!
José Aniorte Alcaraz
14 octubre, 2019