
En el anterior capítulo ya explico con todo detalle cómo se inicia la vida vegetal, animal y finalmente la humana.
Aquí en la Tierra el sistema es el mismo porque en realidad no existe otro: sí que existe una gran diferencia con respecto al hombre.
Nuestro globo contenía los elementos orgánicos para la creación del hombre pero no fue así; el Espíritu llegó a nuestro planeta procedente de otro mundo, y preparado para reencarnar en un cuerpo humano, tuvo que hacerlo durante un largo periodo de existencias en la escala animal para poder transformar, utilizando su periespíritu, el cuerpo animal en un primitivo cuerpo humano.
Aquí, en nuestro mundo, no existe la posibilidad de que el animal, siguiendo su proceso evolutivo, pueda traspasar esa barrera para convertirse en un ser humano.
“El Libro de los Espíritus” en la cuestión 47, pregunta: Entre los elementos orgánicos contenidos en el globo terrestre, ¿se encontraba la especie humana?
− Sí, y a su tiempo fue creada. Es lo que hizo decir que el hombre ha sido formado del lodo de la tierra.
En la cuestión 593 dice: ¿Se puede afirmar que los animales sólo obran por instinto?
− También en esto hay un prejuicio. Bien es verdad que el instinto predomina en la mayoría de los animales, pero ¿no estáis viendo que actúan con voluntad determinada? Esto es inteligencia, aunque sea limitada.
En la cuestión 595. ¿Poseen los animales el libre albedrío de sus actos?
− No son simples máquinas como creéis. Pero su libertad de acción se halla limitada a sus necesidades y no es posible compararla con la del hombre. Puesto que aquéllos son muy inferiores a éste, no tienen los mismos deberes. Su libertad se restringe a los actos de la vida material.
Cuestión 598. El alma de los animales ¿conserva después de la muerte, su individualidad y la conciencia de sí?
− Sí su individualidad, pero no la conciencia de su yo. La vida inteligente permanece en estado latente.
Cuestión 607a. Así pues, ¿el alma parece haber sido el principio inteligente de los seres inferiores de la Creación?
− ¿No hemos dicho ya que en la Naturaleza todo se eslabona y tiende a la unidad? Es en esos seres –a los que estáis lejos de conocer en su totalidad− donde el principio inteligente se elabora, individualizándose poco a poco, y se ensaya para la vida, conforme hemos afirmado antes. Se trata en cierto modo de una tarea preparatoria, como la de la germinación, a consecuencia de la cual el principio inteligente experimenta una transformación y se convierte en Espíritu. Entonces comienza para él el periodo de humanidad, y con éste la conciencia de su futuro, la distinción entre el bien y el mal y la responsabilidad de sus actos.
Cuestión 607b. Ese periodo de humanidad, ¿comienza en nuestro mundo?
− La Tierra no es el punto de partida de la primera encarnación humana. El periodo de humanidad se inicia por lo general, en mundos todavía más imperfectos que éste. Lo cual no constituye una regla absoluta, y pudiera acontecer que un Espíritu desde su iniciación humana, fuera apto para vivir en la Tierra. El caso no es frecuente: representaría más bien una excepción.
Mis queridos hermanos, cito estas cuestiones recogidas en “El Libro de los Espíritus” para demostrar que no es mi intención escribir algo que no tenga sus bases en los libros de la codificación espírita, con la sabia orientación del maestro Allan Kardec.
El Espiritismo es una doctrina científica, renovable y futurista; sus bases reveladas en el siglo XIX, están plenas de sabiduría, adaptables al progreso de la humanidad y de la ciencia.
En el presente, en el siglo XXI descubre nuevos horizontes, para que los hombres y mujeres tengan una vida mejor, y en el futuro será la doctrina o religión que marque el rumbo seguro que tiene que seguir la humanidad terrestre.
Yo lamento que muchos hermanos que se dicen espíritas, sin conocer y sin tener la mínima idea de qué es esta ciencia, influidos aún por los dogmatismos religiosos del pasado, quieran dogmatizar el Espiritismo, con ideas y prácticas que pertenecen a un pasado ya superado por nuevas revelaciones y nuevos conocimientos.
La humanidad y la ciencia progresan y el Espiritismo sigue ese progreso, y el espírita que no lo sigue, apenas es un pobre “espiritero”.
El Espiritismo es la Tercera Revelación, es el Consolador prometido por Jesús y por mucho que se empeñen los que quieren dividirlo, no lo conseguirán: los que apoyan sólo una base científica o por el contrario sólo una idea religiosa y fanatizada, están equivocados.
Las bases del Espiritismo son inamovibles y en un futuro, cuando la religión sea científica y la ciencia sea religiosa, las diferencias desaparecerán.
La formación de nuestro planeta debe haber sido como la de muchos otros que existen en la inmensidad del Universo. A los interesados en este tema les recomiendo la lectura de la Génesis de Allan Kardec. En este libro podéis encontrar con todo detalle, cómo a través de largos periodos milenarios y continuas transformaciones, nuestro mundo se fue preparando para tener vida animal y vegetal, y finalmente la vida humana.
Cuando las aguas que cubrían la Tierra, se fueron retirando para estacionarse en las zonas más bajas del relieve terrestre, se formaron lagos y charcos pantanosos: sus aguas estaban cargadas de diversidad de materia, apta para la vida orgánica; fue entonces cuando aparecieron los primeros seres vivos, de los reinos animal y vegetal.
Tan pronto como las condiciones fueron propicias, la vida se manifestó y cada especie apareció, una vez que siguiendo su proceso evolutivo, pudo tener una nueva existencia.
Los primeros vegetales fueron creciendo, aparecieron infinidad de especies diferentes, pero aún no existían árboles de tronco.
Los animales de este periodo que sucedieron a los primeros, fueron exclusivamente del mar y es verdad que algunos de ellos por su delicadeza, tenían cierto parecido con el vegetal.
La tierra se fue enfriando, y el vegetal fue creciendo, se formaron grandes bosques de helechos que alcanzaron una altura de hasta diez metros.
La evolución del animal fue más complicada; el mundo espiritual tuvo que experimentar con varias especies, las cuales desaparecieron a medida que el ambiente del planeta se iba suavizando. Entre tanto la Tierra se fue consolidando y muy lentamente, se fue transformando para cumplir el objetivo al que Dios le había destinado.
Los vegetales y animales fueron evolucionando: había llegado el momento de empezar la evolución del hombre en la Tierra. El animal no podía convertirse en un ser humano, nuestro planeta no reunía las condiciones para ello, pero sí llegaron espíritus que durante un largo periodo reencarnaron en el cuerpo animal, para transformarlo en un cuerpo humano.
Así empezó la vida del hombre en la Tierra, y cuando se dice que fue por generación espontánea, se está diciendo una gran verdad: nuestras raíces, nuestro principio y toda la vida es por generación espontánea, debido a una transformación de la materia primitiva, y siguiendo una ley evolutiva impuesta por Dios, nuestro Padre que nos ha creado y con su inmenso amor, ha querido que sus hijos tengan un principio para ser eternos como Él”.

José Aniorte Alcaraz