La felicidad depende de cómo interpretamos lo que nos pasa. Depende del sentido que le demos a la vida. Estamos en una sociedad que ha perdido el rumbo y sustituimos sentido por sensaciones. Este mundo sufre un gran vacío espiritual, y esto nos lleva a una búsqueda de métodos de relajación, satisfacciones corporales, comidas, vinos, temas sexuales, masajes, temas digitales…etc. Hay que volver a los valores porque es lo que te hace crecer como persona, aquello que nos perfecciona y nos guía en los momentos de caos e incertidumbre.
El amor es el mejor aliado de la felicidad. En el interior de cada uno de nosotros hay tesoros escondidos que se revelan cuando hay amor de verdad.
Hay felicidad cuando hay amor en tus ideales.
El 90% de las personas no saben porqué se levantan cada mañana. Hemos perdido los motivos para alegrarnos. La tristeza, el rencor y el mal humor son dictadores de nuestra vida.
Los que viven enganchados al pasado son los depresivos, resentidos, amargados… Los que viven constantemente angustiados por el futuro son los ansiosos.
Depresión y ansiedad: las dos grandes enfermedades del siglo XXI.
Nos hemos olvidado que solo tenemos capacidad de actuar en el hoy y en el ahora. El 90% de las cosas que nos preocupan nunca suceden; pero nuestra mente y nuestro cuerpo lo viven como si fuera real.
Nuestra mente y el cuerpo no distingue lo real de lo imaginario. Entonces nuestros pensamientos negativos activan los sistemas de alerta en nuestro organismo, o sea, se prepara; pero como no actuamos para utilizar esos recursos, entonces esa sustancia se queda en nuestro cuerpo y me intoxico por cortisol.
Esta intoxicación perjudica a tres niveles:
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Físico. Se me cae el pelo, me tiembla el ojo, noto un nudo en la garganta, tengo cambios gastrointestinales, presión en el pecho, contracturas en el cuerpo, me siento cansado y pesado, problemas de sueño, tengo microdespertares…
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Psicológico. Estoy irritable, todos me ponen nervioso, estoy alerta, no disfruto de nada, problemas de concentración y de memoria…
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Conducta. No me apetece salir, ni hablar, no tengo temas de conversación y me aíslo.
El manejo de mis pensamientos y emociones tiene un impacto brutal a nivel hormonal: tiroides.
A nivel muscular: fibromialgia.
A nivel oncológico: cáncer.
A nivel mental: demencias.
Ahora no podemos estar mucho tiempo sin mirar el móvil, tenemos miedo a perdernos algo. Tenemos obsesión por aprovechar el tiempo y una necesidad constante de vivir conectados y controlarlo todo.
Conectamos mejor con una pantalla que con un ser humano. Queremos ser perfeccionistas y esto produce insatisfacción. Todo esto produce un aumento del cortisol.
Decía Víctor Pauchet:
“El trabajo más productivo sale de las manos de un hombre contento.”
Cómo bajar el cortisol:
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Hacer ejercicio sube las endorfinas y baja el cortisol.
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Los pensamientos positivos: actitud positiva frente a la vida. El pensamiento positivo aumenta el flujo de sangre y las conexiones. Solo con pensar “lo voy a conseguir” mi cerebro se activa para que sea capaz de hacerlo
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La voluntad con orden, constancia y perseverancia, puede ayudar mucho a tener éxito en lo que nos propongamos.
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Los conocimientos: la lectura, volver a la cultura, a los libros…”La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo.”
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Un proyecto de vida. Un plan de vida. Saber lo que quieres de verdad y lo que realmente importa en la vida.
Otras cosas que nos alteran son las personas tóxicas. A veces solo con pensar en una persona tenemos un pico de cortisol. Son los vampiros emocionales.
¿Qué hacer? Separarse y pensar: ¿Quiero darle a esta persona tanto poder?
Perdonar es un acto de amor, ayuda a la felicidad. No hay que quedarse con el rencor. El rencor te enferma. La base de un cerebro sano es la bondad. La compasión es superior a la empatía. La meditación ayuda mucho. Parar y analizar nuestra vida. Desconectar el móvil o dedicar tiempo a nosotros y poner el corazón en los actos de cada día.
Información de la psiquiatra y conferenciante Marian Rojas.
Artículo realizado por :Francisco Carrillo
21 noviembre, 2019