EL AGUA DEL CUERPO Y EL AGUA DEL ALMA
¡Vosotras, mujeres felices, que habéis tenido la dicha de la fecundidad!; ¡vosotros, hombres afortunados que os habéis visto renacer en vuestros hijos!, nunca obliguéis a éstos a que sean sacerdotes, jamás se os ocurra decirles: ¡Conságrate a la Iglesia!, porque…
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