Un lecho de flores

Carmen Ayala y Ayala. La niña de diez a doce años que asesina a su tullida hermanita Teresa.

Carmen Ayala y Ayala. La huérfana abandonada, con su hermana menor Teresa, asesina a ésta, tal vez creyendo aminorar sus sufrimientos.

(Causa del Juzgado de Maricao, año 1.901)

Antecedentes

Carmen y su hermana menor Teresa, tullida, se encontraron huérfanas de madre y padre en una solitaria choza en los desiertos de Maricao, en los días nebulosos de 1.901, “días más nebulosos que los actuales”.

Carmen buscó amparo en la casa de un tío suyo, Pablo, hombre sin conciencia, de mal temperamento, quien maltrató a estos pobres seres, y Carmen se vio obligada a acudir a otros vecinos: a la casa de la señora de Denizar, quien las acogió, pero, a falta de recursos tuvo Carmen que abandonar la choza y dirigirse a otro hogar: a la casa de Alejo García, cuya caritativa esposa les dio acogida maternal.

Hechos

Declaración de Carmen Ayala y Ayala.

Dice que: “Después de la muerte de sus padres, fue recogida por sus caritativos vecinos Alejo García y su esposa, y en casa de éstos se dedicaba a los pequeños quehaceres de la casa, y la mayor parte del día a cuidar de la hermanita pequeña. Que ayer por la mañana salieron para el río los esposos García, quedando ella sola en la casa con su hermana, y la noble señora le encargó que se entretuviese en recoger unos granos de café del suelo y que atendiera a la niñita hasta que ellos regresaran al obscurecer. Habiéndose marchado aquellos, fue la dicente a los cafetales, y allí le asaltó la mala idea de asesinar a Teresa (idea que hacía tres días la impulsaba, resistiéndola), y tal fuerza tuvo la sugestión que ese día corrió hasta la casa donde aquélla estaba y al llegar, la declarante se echó a llorar arrepentida. Volvió al cafetal y la idea de matar a su hermanita volvió a perturbar su cerebro, hasta el extremo de impulsarla a cogerla y tirarla dentro del estanque de agua, cercano a la casa.

“Mientras tanto, corrió a hacer el hoyo para enterrarla, tan pronto se ahogara. Hecha la excavación, vino a buscar el cadáver  lo llevó y lo enterró en el hoyo hecho por ella. Valiéndose de una horqueta sacó el cuerpecito del estanque, provista de un machete del señor Ayala para hacer la fosa. Después de matar a su hermana, no estaba en sus sentidos, y se fue huyendo de aquellos lugares hasta llegar a la casa de Segunda, mujer de un tal Justino, donde la halló Alejo García, que fue a eso de la una de la tarde; la niña ya había confesado el crimen que había cometido, declarando que no tenía odio ni aborrecía a su hermana (que antes sentía amor tierno y solícito); no obstante tener que cuidarla y atenderla siempre día y noche y tener que llevarla al hombro, pues era tullida, y es cuanto podía decir”.

La Corte de esta ciudad, nos dice nuestro reportero al conocer el caso, ha hecho un trabajo que le honra en alto grado. Trató por cuantos medios hábiles pudo de colocar a la infeliz niñita en el Asilo de Beneficencia, ya que no hay en la isla establecimientos apropiados para estos casos. No pudo conseguirlo, y confió el pequeño ser a las hermanas del Asilo de Pobres de esta ciudad, donde falleció Carmen el día 2 de febrero último.

Nuestro reportero desea confiar el caso a los pensadores, en particular a los espiritistas, para que den una explicación al público hambriento de luz.

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Una escritora espiritista de Ponce (Puerto Rico) me envió el suelto que antecede a estas líneas, suplicándome encarecidamente si me era posible preguntar si la desgraciada Carmen Ayala fue víctima de una sugestión espiritual o fue ella la única autora de tan horrendo crimen, y yo siguiendo mi afán de servir de algo a la Humanidad, pregunté al Padre Germán la causa de tan desastrosos efectos, y he aquí su contestación:

“Ya te he dicho repetidas veces que cuando un Espíritu no quiere dejarse dominar, rechaza toda influencia, porque si no tuviera libre albedrío para rechazarla, nacería ya con el estigma del siervo, con la marca infamante del esclavo, con la pasividad humillante del paria, y los espíritus no tienen por patrimonio ni la ciega mansedumbre, ni la estúpida obediencia.

Todos son libres para ejercitar los deseos de su voluntad. Lo que sucede es que muchos espíritus están conformes y satisfechos con seguir instrucciones de otro Espíritu, son perezosos para pensar. Si otro piensa por ellos y les dice “ya tienes el camino trazado”, siguen la ruta que le indican sin mirar a donde van, y aunque estos infelices obedecen a su sugestión, obedecen porque quieren obedecer, porque no se toman el trabajo de pensar. Son esclavos porque ellos mismos forjan sus cadenas y levantan los muros de su prisión, no porque exista un poder superior para esclavizarles, porque si existiera, Dios sería injusto, y en Dios no cabe la injusticia, porque Él simboliza la igualdad”.

“La niña que mató a su hermana, cometió el crimen por su voluntad y no por la de otro ser invisible. Teresa y Carmen fueron rivales en otro tiempo, se odiaron con verdadera crueldad. La niña tullida, cuando en otro tiempo disponía de un organismo fuerte y robusto, empleó sus fuerzas hercúleas en herir sin compasión, matando más de una vez a su terrible enemigo, que ha sido últimamente su matador. Pendenciero por oficio, traidor por rutina, tuvo muchos enemigos creados por su mal proceder, enemigos que lo han perseguido sin compasión, siendo uno de ellos el ser invisible que levantó el brazo de Carmen para matar a la niña tullida.

Pero Carmen estuvo satisfecha de su obra, porque odiaba a su hermana, sin ella explicarse el porqué. Cuando vino sabía que su rival vendría a sufrir el tormento de no poder disponer de su cuerpo, y se dijo a sí misma lo siguiente: daré comienzo a mi regeneración cuidando materialmente a mi enemigo. La ocasión no puede ser más propicia. El ensayo me puede dar excelentes resultados, manos a la obra”.

“Pero una cosa es la teoría y otra la práctica, y como el odio es la planta que más arraiga en el corazón humano, y Carmen había sido víctima desu hermana muchas veces, el ensayo de amar a su encarnizado enemigo le ofrecía muchas dificultades, y éstas se aumentaban con los pérfidos consejos del ser invisible, que odiaba a las dos hermanas, siendo su oficio justificado, porque de las dos había recibido grandísimas ofensas, y aprovechaba la perplejidad de Carmen para vengarse de las dos, matando a una y convirtiendo en asesina a la otra.

Así es que Carmen no fue ella la sola autora del crimen, pero si su Espíritu hubiera estado más inclinado al bien, hubiera rechazado los consejos del ser invisible que la empujaba al abismo y hubiera triunfado de sus malas intenciones. Su nueva caída le ha causado mucho daño, puesto que al volver al espacio ha visto que sus propios propósitos de enmienda han sido aplastados y pulverizados por su nuevo crimen, y está decidida a emprender distinto rumbo. Se ha convencido de que el crimen trae el crimen, y la satisfacción que da la venganza se asemeja a un veneno de sabor dulce, pero que luego abrasa las entrañas. Destruir un cuerpo es poner en nuestro camino un bloque enorme de granito que obstruye el paso, y no sabe cómo levantarlo ni destruirlo.

¡Ay de los espíritus que al volver al espacio encuentran cadáveres en su camino! Las mazmorras de nuestras prisiones son deliciosos jardines en comparación con la sombra que rodea a los asesinos”.

“En cambio, cuando se ha perdonado una ofensa, cuando uno se ha convertido en ángel tutelar del ser que más se ha odiado, ¡Qué placer se experimenta al ver borradas las huellas de sangre y fuego que otro día dejamos en nuestro camino! ¡Crear amores! ¡Despertar sentimientos! ¡Suavizar esperanzas! ¡Acortar inmensas distancias! ¡Hacer el bien por el bien mismo!...¡Qué trabajo tan productivo es éste para el Espíritu!

Por grande que sea su expiación, por larga que sea su cuenta, en medio de sus sufrimientos tendrá horas de reposo.

Si tiene que sentir los horrores del hambre, encontrará pan en medio del más árido desierto.

Si la sed ardiente tiene que atormentarle, de la roca más dura, brotará un hilillo de agua para él.

En sus horas de mayor desconsuelo oirá una voz armoniosa que le dirá con ternura:

¡Ama y espera!…Adiós”.

*    *    *

Gracias, buen Espíritu, por ti amo y por ti espero. ¡Bendito seas! ¡Cuántos consuelos te debo! ¡Cuánta luz has difundido en torno mío! Yo era menos que un átomo y hoy tengo una gran familia. Yo no tenía lugar en la Tierra y por ti sé que tengo heredades en el espacio. Yo no poseía un céntimo y por ti tengo mi caja de ahorros en los que son más pobres que yo.

¡Bendito, bendito seas!

 

Amalia Domingo Soler

La Luz de la Verdad