
«El propósito de nuestra existencia es buscar la felicidad.», lograrlo dependerá de nuestros actos y comportamientos en la vida. Podemos encontrarlo en la frase “Disciplinar la mente”, que tiene un significado mucho más amplio, más cercano al de «psique» o «espíritu», y que incluye intelecto y sentimiento, corazón y cerebro. Al imponer una cierta disciplina interna podemos experimentar una transformación de nuestra actitud, de toda nuestra perspectiva y nuestro enfoque de la vida.» Hablar de esta disciplina interna supone señalar muchos factores y quizá también tengamos que referirnos a muchos métodos. Pero, en términos generales, uno empieza por identificar aquellos factores que conducen a la felicidad y los que conducen al sufrimiento. Una vez hecho eso, es necesario eliminar gradualmente los factores que llevan al sufrimiento mediante el cultivo de los que llevan a la felicidad. Ése es el camino.
Si observamos desde el punto de vista espiritual nos daremos cuenta que son las personas desdichadas las que tienden a estar más centradas en sí mismas; son a menudo retraídas, melancólicas e incluso propensas a la enemistad. Las personas felices, por el contrario, son generalmente más sociables, flexibles y creativas, más capaces de tolerar las frustraciones cotidianas y, lo que es más importante, son más cariñosas y compasivas que las personas desdichadas. Supongamos, por ejemplo, que nos encontramos en un atasco de tráfico. Después de veinte minutos de espera, los vehículos empiezan a moverse con lentitud. Vemos entonces a otro coche que nos hace señales para que le permitamos entrar en nuestro carril y situarse delante de nosotros. Si nos sentimos de buen humor, lo más probable es que frenemos y le cedamos el paso. Pero si nos sentimos irritados, nuestra respuesta consiste en acelerar y ocupar rápidamente el hueco. «Yo llevo tanta prisa como los demás.» Empezamos, pues, con la premisa básica de que el propósito de nuestra vida consiste en buscar la felicidad. Es una visión de ella como un objetivo real, hacia cuya consecución podemos dar pasos positivos. Al empezar a identificar los factores que conducen a una vida más feliz, aprenderemos que la búsqueda de la felicidad produce beneficios, no sólo para el individuo, sino también para la familia de éste y para el conjunto de la sociedad.
¿Dónde se encuentra la clave de la felicidad? Sentir placer en lo que se hace y conformarse con lo que se tiene sin renunciar a las cosas que se desean obtener.
La felicidad está determinada más por el estado mental que por los acontecimientos externos. El éxito puede dar como resultado una sensación temporal de regocijo, o la tragedia puede arrojarnos a un período de depresión, pero nuestro estado de ánimo tiende a recuperar tarde o temprano un cierto tono normal. Los psicólogos llaman «adaptación» a este proceso, y todos podemos observar cómo actúa en nuestra vida cotidiana: un aumento de sueldo, un coche nuevo o el reconocimiento por parte de nuestros semejantes pueden levantar nuestro ánimo durante un tiempo, pero no tardamos en regresar a nuestro nivel habitual. Del mismo modo, la discusión con un amigo, el tener que dejar el coche en el taller o algún contratiempo nos deja abatidos, pero nos volvemos a animar en cuestión de días.
Nos pasamos la vida comparando en nuestra mente cosas materiales, miramos también a nuestro alrededor y nos comparamos con los demás. Esta comparación constante con quienes son más listos, más atractivos y obtienen más triunfos que nosotros tiende a alimentar la envidia, la frustración y la infelicidad. Pero también podemos utilizar esta actitud de una forma positiva; es posible intensificar nuestra sensación de satisfacción vital comparándonos con aquellos que son menos afortunados y apreciando lo que poseemos. Con esta actitud podemos ser empáticos, caritativos, indulgentes, tolerantes… y de esta forma alcanzar la alegría y la felicidad.
Elementos clave que contribuyen a la alegría y a la felicidad desde una perspectiva materialista.
• La buena salud
• Posesiones materiales
• Tener amistades o compañeros
Si utilizamos de forma positiva estos elementos serán fuentes de felicidad, la clave se encuentra en el estado de ánimo pues cuando uno se siente infeliz o frustrado, el bienestar físico no sirve de mucha ayuda.
Elemento único desde la perspectiva espiritual.
• Disciplinar la mente
Si se posee esta cualidad interna la serenidad mental y estabilidad interior, es posible tener una vida gozosa, aunque falten las posesiones materiales que uno consideraría normalmente necesarias para alcanzar la felicidad.
Hay veces en que la gente confunde felicidad con placer. La auténtica felicidad se relaciona más con la mente que con el corazón. La felicidad que depende principalmente del placer físico es inestable; un día existe y al día siguiente puede haber desaparecido.
Pasos en la búsqueda de la felicidad
• Aprender cómo las emociones y los comportamientos negativos son nocivos y cómo son útiles las emociones positivas.
• Ser conscientes de los efectos beneficiosos de las emociones y comportamientos positivos.
Si se desea la felicidad, se deberían buscar las causas que en otras ocasiones la han producido, y si no se desea el sufrimiento, debería procurarse que no vuelvan a presentarse las causas y condiciones que dieron lugar al mismo. Es muy importante aprender a apreciar este principio. Alcanzar la verdadera felicidad exige “una transformación moral” y ésta solo se consigue despertando la conciencia, disciplinándola sin que falte para ello el amor y el respeto. Uno de los métodos es interrogar a la conciencia cada noche. (1) Todo espiritista procurará, todos los días antes de acostarse, hacer un examen de todo lo que durante el día ha sentido y ha hecho. Hay tres maneras de faltar: de pensamiento, de palabra y de acción o de obra. La falta de pensamiento es aquella que ya por sentir pasiones injustas o mal reprimidas, o por no ser bastante indulgentes con las faltas del prójimo, o por codiciar cosas injustas, el espiritista puede sentir deseos que son punibles ante la ley divina. Si la falta es de palabra, que por falta de previsión se haya sido indiscreto, intolerante o absoluto, el espiritista en seguida que reconozca su mal proceder, no le deben doler prendas, sino en seguida y sin dilación ninguna, debe proceder a dar cumplida satisfacción a la persona o personas ofendidas, procurando, con toda sinceridad, demostrar verdadero arrepentimiento, hasta conseguir que aquella falta cometida sea dispensada. Si la falta es de obra, esta ya es más grave y el espiritista debe procurar por todos los medios posibles no incurrir en ella. Hay obras que pueden ser faltas leves como otras que pueden ser faltas graves; en las primeras, puede el espiritista, con la ayuda de Dios, de los buenos espíritus y de sus hermanos, corregirlas. (1)
Vivimos días complicados dados por los conflictos y tensiones en todos los ámbitos: personales, familiares y sociales, aún así nuestra naturaleza humana es esencialmente compasiva y bondadosa. Si nos proponemos conectar mente y corazón, conseguiremos la paz interior y la felicidad ya no será una utopía, logrando escalar peldaños en la escalera de la perfección moral siendo auténticos seres de bien. (2) El verdadero hombre de bien es el que practica la ley de justicia, de amor y de caridad en su más grande pureza. Si pregunta a su conciencia sobre sus propios actos, mira si ha violado esta ley; si no ha hecho daño, si ha hecho todo el bien «que ha podido», si ha despreciado voluntariamente alguna ocasión de ser útil, si alguien tiene quejas contra él; en fin, si ha hecho a otro lo que hubiera querido que hicieran por él. Tiene fe en Dios, en su voluntad, en su justicia y en su sabiduría; sabe que nada sucede sin su permiso, y se somete en todas las cosas a su voluntad. El hombre de bien, en fin, respeta en su semejante todos los derechos que dan las leyes de la naturaleza como quisiera que se respetaran en él. (2)
¿Cuál es el verdadero valor qué da significado a su vida?
El propósito de nuestra vida ha de ser positivo. No nacimos con el propósito de causar problemas, de hacer daño a los demás. Para que nuestra vida sea valiosa, tenemos que desarrollar buenas cualidades, como cordialidad, afabilidad y compasión. Entonces, nuestra vida podrá ser más significativa, pacífica y por ende ser feliz.
Niurka Zaldivar
Referencias:
El arte de la felicidad (primera parte) por Dalai Lama
(1) Guía práctica del Espiritista. por Miguel Vives y Vives. Lo que debe ser el espiritista ante sí mismo
(2) El Evangelio según el Espiritismo. Capítulo XVII. Sed perfectos. El hombre de bien
13 julio, 2020