¿ Por qué enfermamos?.

Cuando el desánimo, el resentimiento, la frustración y la falta de Amor por ti mismo aparecen en tu vida, también aparecen las enfermedades.

En la vida a veces tenemos problemas que no sabemos o no queremos resolver a nivel emocional, es entonces cuando van surgiendo síntomas de dolencias…al principio leves para irse convirtiendo en crónicos o en el peor de los casos mortales.

Lo primero y más importante es empezar un proceso de AUTO-ACEPTACIÓN de uno mismo y de tus circunstancias. Para desde la aceptación que es una posición de entrega y confianza en Dios y  a lo que nos ha dado, conseguir reconciliarnos con nosotros mismos en primer lugar.

Con la auto-aceptación estaremos en sintonía con el Universo del que formamos y somos parte, ahí es cuando tiene lugar la apertura de los centros receptores de energía, inundando nuestro cuerpo, con todo el poder de autocuración al que todos tenemos acceso.

Enfermamos porque perdemos esa conexión, nos desconectamos de la fuente que da la energía a todos los seres vivos del Universo, que nos da todo lo que necesitamos.

Al actuar en contra de nuestros sentimientos, el cuerpo lo percibe como un ataque, cuando no atendemos a nuestras necesidades vitales también lo percibe como otro ataque. Y cuando nos llenamos de odio, resentimientos, dudas y miedos nos hacemos continuos ataques. Convirtiéndonos en enemigos de nosotros mismos.

Para curarnos hemos de equilibrar nuestro cuerpo material y espiritual. Ya que aunque es en el cuerpo donde se manifiesta el problema, es en el espíritu donde está la semilla del conflicto, que se encarga la mente cuidadosamente de desarrollar a través de los pensamientos inadecuados.

Si tenemos una fuerte conexión con nuestro ser interior, unos pensamientos sanos y constructivos, además de cuidar de forma saludable nuestro cuerpo, estaremos sanos.

Cuando estamos equilibrados, sentimos la alegría de vivir que es lo normal entre los seres vivos del Universo, nosotros no somos una excepción.

La enfermedad es un aviso maravilloso que nos da el cuerpo de que le estamos maltratando.

(1)En el libro El consolador por el espíritu Emmanuel psicografiado por francisco cándido Xavier, en el capítulo V ciencias aplicadas, a partir del punto 94 nos explica lo siguiente:

94.- ¿Cómo es considerada en los planos espirituales la medicina terrestre? La medicina humana, comprendida y aplicada dentro de sus finalidades superiores, constituye una noble misión espiritual. El médico honesto y sincero, amigo de la verdad y dedicado al bien, es un apóstol de la Providencia Divina, de la cual recibe la precisa asistencia e inspiración, sean cuales fueran los principios religiosos por él esposados en la vida.

95.- En vista de los esfuerzos de la Medicina, ¿cómo debemos considerar la salud? Para el hombre de la Tierra, la salud puede significar el equilibrio perfecto de los órganos materiales; para el plano espiritual, todavía, “la salud es la perfecta armonía del alma”, para obtención de la cual, muchas veces, hay necesidad de la contribución preciosa de las molestias y deficiencias transitorias de la Tierra.

96.- ¿Toda molestia del cuerpo tiene ascendentes espirituales? Las llagas del alma se manifiestan a través de la envoltura humana. El cuerpo enfermo refleja el panorama interior del espíritu enfermo. La patogenia es un conjunto de inferioridades del aparato psíquico. Y es aún en el alma que reside la fuente primaria de todos los recursos medicamentosos definitivos. La asistencia farmacéutica del mundo no puede remover las causas trascendentes del carácter mórbido de los individuos. El remedio eficaz está en la acción del propio espíritu enfermizo. Podéis objetar las inyecciones y los comprimidos suprimen el dolor; sin embargo, el mal resurgirá más tarde en las células del cuerpo. Indagaréis, afligidos, en cuanto a las molestias incurables por la ciencia de la Tierra y yo os diré que la reencarnación, en sí misma, en las circunstancias del mundo envejecido en los abusos, ya representa una estación de tratamiento y de cura y que hay enfermedades del alma, tan persistentes, que pueden reclamar varias estaciones sucesivas, con la misma intensidad en los procesos regeneradores.

97.- Si las enfermedades son de origen espiritual, ¿es justa la aplicación de los medicamentos humanos, la cirugía, etc, etc.? El hombre debe movilizar todos los recursos a su alcance, a favor de su equilibrio orgánico. Por mucho tiempo aún, la Humanidad no podrá prescindir de la contribución del clínico, del cirujano y del farmacéutico, misioneros del bien colectivo. El hombre tratará de la salud del cuerpo, hasta que aprenda a preservarlo y defenderlo, conservando la preciosa salud de su alma. Sobre todo, tenemos que reconocer que los servicios de defensa de las energías orgánicas, en los procesos humanos, como actualmente se verifican, aseguran la estabilidad de una gran oficina de esfuerzos santificadores en el mundo. Cuando, sin embargo, el hombre espiritual domine al hombre físico, los elementos medicamentosos de la Tierra estarán transformados en la excelencia de los recursos psíquicos y esa gran oficina se hallará elevada a santuario de fuerzas y posibilidades espirituales junto a las lamas(1).

Todas o casi todas las enfermedades tienen su raíz en un problema emocional no resuelto en la persona.

La buena noticia es que podemos aprender a no enfermar y si ya estamos enfermos a curarnos a nosotros mismos, todos tenemos la capacidad de contribuir a nuestra propia curación.

Podemos hacerlo cambiando nuestros modelos de pensamientos, pues cambiando lo que pensamos cambiarán nuestros actos y como consecuencia cambiarán nuestros sentimientos hacia otros más puros, de más amor lo que llevará a tener más energía y menos toxicidad en nuestro cuerpo. Ya que los pensamientos que nos perjudican son toxinas para el cuerpo. Si aprendemos a interpretar con exactitud nuestras emociones podremos tomar las decisiones adecuadas en cada momento.

(2)En el libro El Evangelio según el Espiritismo, Capítulo XVII Sed perfectos, tema Cuidad el cuerpo y el espíritu nos informa: Amad, pues, vuestra alma, pero cuidad también el cuerpo, instrumento del alma; desconocer las necesidades que están indicadas por la misma naturaleza, es desconocer la ley de Dios. No le castiguéis por las faltas que vuestro libre albedrío le ha hecho cometer y de las que tampoco tiene responsabilidad, como no la tiene el caballo mal dirigido por los daños que causa. ¿Seréis, acaso, más perfectos, si martirizando vuestro cuerpo no sois menos egoístas, orgullosos y poco caritativos con vuestro prójimo? No, la perfección no consiste en esto; está enteramente en las reformas que haréis sufrir a vuestro espíritu; suavizadle, sometedle, humilladle, mortificadle; éste es el medio de hacerle dócil a la voluntad de Dios y el único que conduce a la perfección(2).

El Resentimiento es una de las emociones que más enfermedades produce junto con el miedo. Pero la densidad del resentimiento podemos cambiarla con el sentimiento del perdón, el perdón a nosotros mismos la mayor parte de la veces y luego a los demás.

El perdón beneficia al que lo da, no es para el que lo recibe ya que la carga emocional negativa la lleva el que no perdona.

El Miedo, que es lo contrario al Amor, es un cierre a la entrada de energía a nuestro ser, es oponerte a vivir, y entonces te pierdes lo mejor de la vida que es crecer…si no experimentas, por miedo a fracasar, nunca sabrás si hubieras tenido éxito y tu vida se convertirá en un cúmulo de frustraciones. El miedo es sobre todo desconfianza de ti mismo.

Si perdonas y te liberas de los miedos, te podrás curar casi de cualquier cosa. Las palabras y los pensamientos que has tenido y pronunciado o no hasta el día de hoy son los que te han puesto en tu situación actual física y emocional.

(3)En lo relativo a las innumerables patologías que son causa de preocupación para el ser humano, el mantenimiento del equilibrio psíquico y emocional es de fundamental importancia para la sustentación de la salud. Por lo tanto, visualízate siempre saludable y cultiva pensamientos optimistas, cimentado en el amor, en la acción dignificante, en la esperanza.

Libérate de todo residuo mental – que pueda significar una fuente de intoxicación y estímulo a las vidas microbianas perturbadoras -, y conserva tu paz íntima.

Si la enfermedad te visita, aprovecha su presencia para hacer reflexiones valiosas en torno a tu comportamiento y a la reprogramación de tus actividades.

Piensa en la salud y deséala ardientemente, sin imposiciones, sin presiones, pero con noble intención.

Elabora planes para estar saludable y ser útil; imagina que ya te has recuperado y estás desempeñándote en la convivencia familiar y social como un instrumento valioso dentro de la comunidad.

Vincúlate a la Fuente Generosa de donde fluyen todas las fuerzas, y absorbe de ella los recursos necesarios para recuperar el equilibrio.

Vuelve a abastecer tu casa mental con pensamientos de paz, de compasión, de solidaridad, de perdón y ternura, y comprométete emocionalmente con la Vida, a fin de que te sientas integrado en ella, consciente y feliz.

La enfermedad, en cualquier circunstancia, es una prueba bendita, excepto cuando, al ser mutiladora, alienante o limitadora,constituye una expiación oportuna de la que las soberanas Leyes se valen para auxiliar a los transgresores que, de un modo u otro, somos casi todos nosotros.

Si estás sano, aprovecha la oportunidad para preservarte así, produciendo más y mejor.

Si estás enfermo, agradece a Dios y amplía los horizontes mentales en el amor para recuperarte, hoy o más tarde, y prosigue tu marcha en paz y confiado.(3)

Hay etapas en nuestras vidas que aún conociendo y trabajando las emociones nos podemos enfermar emocional y físicamente, ¿sabes por qué sucede esto?. En mi modesta opinión a causa de la imperfección moral.

 

Niurka Zaldivar

Referencias

    1. Libro El consolador por el espíritu Emmanuel psicografiado por francisco cándido Xavier, capítulo V ciencias aplicadas.

    2. Libro El Evangelio según el Espiritismo, CAPÍTULO XVII Sed perfectos.

    3. Libro Momentos de Salud por Joanna de Ángelis, psicografiado por Divaldo Pereira Franco capítulo 18. La bendición de la salud.