Un lecho de flores

¡Dulce y radiante esplendor de un sol, que anhelante espero, alumbrará el mundo entero, con su universal amor!
De sus rayos el fulgor ya anuncia, el tiempo expresado; ya la verdad se ha demostrado, arrojando a un tiempo mismo, el error y el fanatismo, en la noche del pasado.

Cual la matutina aurora que luce en el nuevo día, él es, de paz y alegría santa enseñanza precursora; la luz suave y seductora de su radiante enseñanza, en el horizonte avanza consolando al desdichado, cual un iris proclamado de dulcísima esperanza.

Si; ¡Feliz el que creyó en tan gigante creencia y apoyándose en la ciencia en sus páginas leyó! ¡Feliz, quien la voz oyó del que es la suma verdad! Porque hoy, en la inmensidad del terror y el retroceso, es el Espiritismo, un beso de Dios a la humanidad.

Él, con su evangelio santo y su manantial profundo, nos anuncia un nuevo mundo sin pesares y sin llanto; por él cesará el quebranto del que abandonado implora la esencia consoladora, de su aliento bendecido que consuela al que ha sufrido, con su ciencia redentora.

Y cuando ya, bajo el peso de sus mágicas verdades proclamen las sociedades la verdad de su progreso, caerán por su propio peso, los ídolos que hoy se adoran y las joyas que atesoran fundidas en oro y cobre, serán el pan del pobre para sus hijos que lloran.

No habrá creencias infaustas, no habrá ricos ni tiranos y todos serán hermanos sin diferencia de castas, tierras fértiles y vastas sin guerras ni imposiciones; pues cuando en los corazones no existan vallas de uno a otro, no habrá tampoco murallas que dividan las naciones.

De la Tierra en la existencia, sólo una familia amada; por fe, la verdad mostrada; como aspiración, la ciencia; por ley la santa conciencia que es la que sabe juzgar; la virtud que enseña a amar sirviendo de hermoso ejemplo; el Universo por templo y en él a Dios adorar.

Tal es el sublime anhelo de la ciencia espiritista, que espera con su conquista, hacer de la Tierra un cielo. ¡Feliz el que en raudo vuelo sólo por ella ha vivido y de lo alto ha recibido la inspiración que ha buscado y si llora; es consolado, y si sufre, es remediado!

Hermanos, en nuestra idea por sepultar el retraso, prosigamos paso a paso, nuestra gloriosa tarea; que el mundo en nosotros vea, Apóstoles del amor y en el horrible temor de su constante pesar, él mismo vendrá a buscar un consuelo a su dolor.

Esperemos el soñado día, naciente y bendito, buscando en el infinito la redención de nuestro pasado.
No desandemos lo andado, practiquemos la moral devolviendo bien por mal para que, de una a otra esfera, ondee la hermosa bandera del amor universal.

Amalia Domingo Soler

La Luz de la Verdad