
I.
Los maldicientes y los pesimistas dicen que la humanidad está llena de defectos, que es ingrata, olvidadiza, avara y envidiosa: esto en realidad es tristemente cierto; exceptuando algunas delicadas y santas excepciones, pero yo que hoy no soy ni indiferente ni atea, confieso sí; que somos un conjunto de encontrados sentimientos y que generalmente vence la sombra a la luz.; pero también digo en defensa de la pobre humanidad, que lo que me asombra y me admira no son sus delitos, sino su paciente deísmo, su fanática resignación, su esperanza cimentada en un Dios fuerte y vengativo ¡Y aun dicen que los hombres son criminales!…… no los creo yo así, antes, al contrario; tengo la convicción que Job dejó tan crecida y tan multiplicada descendencia que aun sus hijos lo encuentran en este valle de lágrimas.
Si la razón examina y analiza todas las religiones, desde las primitivas hasta la de nuestros días, ¿qué encuentra en los diversos dogmas? un Dios implacable con su primer ministro Mefistófeles que a usanza de los favoritos de la tierra reina en nombre del monarca, cumpliéndose en todo su omnímoda voluntad.
Cristo nos dijo que Dios era nuestro Padre todo amor y misericordia, el que acogía con sus brazos a todos los pecadores arrepentidos, pero sus palabras se tergiversaron, sus parábolas no se comprendieron o mejor dicho, no nos las dejaron estudiar, y siguió la religión del miedo dominando en absoluto.
Algunos hombres dotados de un alma ardiente, y de un claro entendimiento han querido dar a conocer el verdadero o al menos aproximado sentido de las palabras de Cristo: pero ríos de sangre han ahogado su voz, y el fuego de la hoguera ha reducido a cenizas la grosera arcilla que los cubría, pero no el espíritu que los animaba, no la idea que los engrandecía y los elevaba sobre la ignorante multitud.
La idea cual la zarza simbólica de Moisés nunca se apaga, y a pesar de todas las torturas que han sufrido los propagadores de la verdad, ésta ha ido avanzando lentamente hasta que ha llegado a apoderarse de unos cuantos millones de locos que el mundo cuerdo llama espiritistas.
¡Dichosos de nosotros que hemos sido atacados de tan racional locura!
Muchos suicidios ha evitado el calumniado Espiritismo, y muchísimas almas sedientas de justicia han calmado su sed, conociendo sus pecados de ayer, causa única de su presente.
Ha desaparecido el vacío que se nota en todas las religiones y en las innumerables escuelas filosóficas, sin el Espiritismo Dios tiene preferencias, con el Espiritismo Dios es justo, porque se ve que las grandezas, el talento, la riqueza, la bondad, y el amor todo esté fabricado por el mismo individuo.
El trabajo consecutivo es el único, el sólo, y exclusivo patrimonio que posee el espíritu, no han tenido otro ni los Césares de la tierra, ni los leprosos que cual seres malditos los consideraban en las primeras edades.
Decía Voltaire que si Dios no existiera habría que inventar uno para poder vivir, y yo digo a mi vez, que si el Espiritismo no fuera una verdad sería necesario considerarlo como la más bella, y la más perfecta apoteosis de la divinidad; desde que el hombre se da cuenta de sus hechos, no ha sintetizado con más vivos colores a la justicia suprema.
La ambición que es uno de los más poderosos incentivos que el mortal tiene para cometer toda clase de crímenes, la riqueza… que es la tierra prometida de la avara humanidad, pierde una gran parte de su valor, (efímero) en el momento que el hombre comprende que la tierra es una estación sin importancia alguna, en la interminable línea de la vida.
¡Se mira todo de tan distinta manera!…. cambian tanto nuestros gustos, usos y costumbres! que si no nos regeneramos, al menos miramos con la más profunda indiferencia muchas pequeñeces de la vida, que antes nos hicieran padecer.
II.
No soy de los creen, (muy mal creído) que los espíritus desencarnados tienen todos más ciencia que los que habitamos la tierra, no; desgraciadamente el progreso se verifica con lentitud: y los espíritus que se quedan en nuestra atmósfera durante su erraticidad, si bien algunos tienen más lucidez que nosotros; en cambio hay otros muchos tan materializados y tan imperfectos como el hombre más atrasado de nuestro planeta.
Por eso para mí, las comunicaciones de ultratumba, no valen por su procedencia, sino en cuanto están basadas en la razón, y en la moral más pura, único y verdadero adelanto.
Si nosotros trabajásemos con más afán y más fe, si fuéramos buscando en todos los pequeños centros y en los grupos familiares los consejos, las máximas y manifestaciones espontáneas de los espíritus ¡qué volúmenes tan preciosos se podrían formar! y cuanto adelantaríamos ellos y nosotros! porque al ver que desechábamos sus mistificaciones, y sus obsesiones calculadas, prefiriendo la verdad sencilla, el arrepentimiento y la sincera humildad, tratarían de mejorarse viendo que nada conseguían con sus artificios y sus maquinaciones.
Los que tenemos una mediana inteligencia, no debemos tener la pretensión, que espíritus muy elevados se comuniquen con nosotros; por eso no debamos aceptar todo lo que de ellos provenga, sino discutir; observar, estudiar con fe, pero sin fanatismo, dialogar, y no escuchar simplemente.
La comunicación es un bien inapreciable si somos cautos al recibirla, pero de fatalisímas consecuencias si la escuchamos con admiración estúpida.
III.
Los que emborronamos papel, donde quiera que vamos nos parecemos a los anticuarios que siempre van buscando algún vestigio de ayer.
Nosotros también con el oído atento recogemos todas las notas pérdidas, palabras incoherentes y frases sueltas, que unidas forman una oración, principio de un párrafo que comienza un prólogo, o acaba un epílogo.
Hace poco tiempo que paseando una tarde por él campo acompañada de una joven melancólica y pensativa, íbamos hablando de las miserias humanas, y de las grandezas del Espiritismo, de sus evangélicos consuelos, de su verdad, y de su innegable razón.
Con este motivo me leyó algunas comunicaciones qué se habían obtenido en una reunión familiar, y entre todas ellas merece la atención especialmente la que copio casi textual dada por un espíritu sinceramente arrepentido, dice así:
IV.
«Hermanos míos; me habéis llamado y acudo gozoso a vuestro llamamiento, porque os acordáis del niño mendigo que tantas veces llamó a vuestra puerta.»
«Gracias mis buenos hermanos: me pedís que os cuente algo de mi ayer, y por hoy sólo os daré cuenta de la encarnación anterior a esta en que me habéis conocido.»
«Nací en la opulencia, y mis padres me dieron un título de marqués, pero no me enseñaron ni a querer a Dios, ni a mirar en ellos los encargados de la providencia para guiarme por buen camino.»
«En el colegio pasé mi infancia sin que una madre cariñosa velará mi sueño, sin que unos brazos amantes me esperaran al despertar.»
«Por mí clase y mis riquezas los maestros no me reprendían, y por consiguiente no me enseñaban nada, y los criados aduladores de oficio completaban mi viciada educación.»
«El orgullo se apoderó de mí ser, y en mí adolescencia ya era un pequeño tirano que no encontraba valladar para mis antojos.»
«Veinte y cuatro años permanecí en la tierra sin haber enjugado una lágrima, sin haber amado, y sin que una mano amiga estrechara la mía.»
«Morí tan solo como había vivido; mis padres sintieron haber perdido no al hijo, sino al heredero de su ilustre nombre.»
«Lujosos funerales le hicieron a mi cadáver, marmórea tumba guardó mis despojos, pero ni una lágrima humedeció la losa de mi sepultura.»
«Ni un antiguo criado, ni un pobre agradecido, ni una madre desolada, ni una mujer amante, ni un buen amigo; nadie… absolutamente nadie vino a rogar a la sombra de los sauces que rodeaban mí olvidado sepulcro.»
«Yo nada le había dado al mundo, y él nada me daba a mí.»
«Mas ¡ay! la indiferencia de los seres de la tierra era un sufrimiento secundario comparado con el martirio y la humillación que sufrí al entrar en el mundo de los espíritus.
«Nadie me tendió sus brazos, nadie esperaba mi llegada, pasó mucho tiempo…. Mucho…. sin que escuchara una voz amiga.»
«Al fin Dios tuvo piedad de mi sincero arrepentimiento, y espíritus compasivos enjugaron mi llanto aconsejándome que encarnará de nuevo, que pidiera pruebas para purificarme.»
«Volví a la tierra y escogí por madre una pobre mendiga que dos meses antes de darme a luz quedó viuda, estaba tan avaro de cariño que elegí por madre una mujer que nada ni nadie la ligará a la tierra, para que todo su amor se refundiese en mí.»
«Dios escuchó mis votos, mi madre me adoraba, y con su ternura trataba de dominar mi indómito carácter, que conservaba sus instintos de ayer.»
«Mi pobre madre quedó ciega y yo le serví de sostén y amparo porque todos le daban limosna al niño mendigo para que se alimentara la infeliz ciega.»
«¡Cuantas humillaciones! cuantas palabras duras he recibido en mi última peregrinación.»
«¡Cuanto sufren los mendigos! algunas veces mi anterior condición se revelaba; pero mi buena madre me reconvenía dulcemente diciéndome con su inmensa fé cristiana:»
«Sufre hijo mío, sufre por tu desgraciada madre que vive a costa de tus penalidades y recuerda a Jesús que pasó más por nosotros.»
«Por una atracción de la que yo entonces no me daba cuenta, iba frecuentemente a un antiguo palacio y pedía limosna a mis antecesores y ya sexagenarios padres que me rechazaban duramente cuando me encontraban al pie del estribo de su coche.»
«¡Misterios de la providencia! algunos años antes era en aquel palacio mi menor capricho respetado y temido y luego el último lacayo me arrojaba de los patios ignominiosamente.»
«Mi madre murió bendiciéndome, y pocos meses después pudo conseguir con sus fervientes ruegos arrancarme de la tierra.»
«El tiempo que estuve enfermo en el hospital me captó el cariño de una buena hermana de la caridad que cerró mis ojos con tristeza y rogó por mí fervorosamente.»
«Mi cuerpo fue arrojado a la fosa común, nadie fue a buscar la sepultura del niño mendigo, pero algunos seres compasivos me recordaban, y se preguntaban unos a otros:»
«¿Si habrá muerto el pobrecito niño? ¡ya no viene!»
«Cuando dejé la tierra siendo marqués nadie se acordó de mí: Cuando la abandoné siendo mendigo notaron mi desaparición algunas almas buenas.»
«Al entrar en el mundo espiritual, mi madre joven y bella me tendió sus amantes brazos: y espíritus amigos me acariciaron.»
«Magnificencias nunca soñadas me rodearon, ¡luz, vida…. calor…. perfumes y armonía!….. ¡Sensaciones poderosas! e impresiones indescriptibles engrandecieron mi abatido ser! y comprende que únicamente progresa el hombre, cuando ama, cuando es humilde y compasivo, cuando busca en la ciencia el espíritu de Dios: y que los blasones, las coronas, los cetros, las riquezas, y todas las grandezas humanas, son humo leve que se disipa en el mundo de la eternidad.»
«Adiós hermanos míos; gracias por haberme llamado, y gracias mil por la compasiva deferencia que os merecí en la tierra, continuad, continuad queriendo a los mendigos, favorecerles, instruirles si os es posible y pensad que dejando aparte el lazo universal que a todos nos une, tal vez el pobre que llama a vuestra puerta perteneció a vuestra familia o será miembro de ella mañana.»
«Adiós hermanos míos, adiós.»
V.
Locos nos llama el mundo: ¡bendita sea la locura que nos induce a querer, y a perdonar y a mirar como hermano nuestro al criminal para compadecerle, al mendigo para darle una parte de nuestro pan, a la mujer perdida para tenderle cariñosa mano, y al justo y al sabio para admirarlos y seguirlos en su noble senda.
¡Espiritismo! regeneración de la raza humana, bendito sea una y mil veces tu advenimiento y tu aparición en este valle de lágrimas.
¡Espiritistas! ¡entonemos un himno de alabanza a la emancipación universal!
Amalia Domingo Soler
Murcia
REVISTA DE ESTUDIOS PSICOLÓGICOS.
Nº3 MARZO 1876