
La armonía y la sabiduría que se entiende desde el grano de arena hasta los astros innumerables y de tamaño inconmensurable que circulan en el espacio, hay que deducir que esta inteligencia abraza lo infinito, a menos que se diga que hay efectos sin causa.
La existencia de Dios por lo tanto es un hecho demostrado, no sólo por la revelación, sino también por la evidencia material de los hechos. Los pueblos más salvajes no han tenido revelación, y sin embargo creen instintivamente en la existencia de un poder sobrehumano; ven cosas superiores a la capacidad de la inteligencia humana y deducen que procede de un ser superior a la humanidad.
No es dado al hombre sondear la naturaleza íntima de Dios. Temerario empeño sería el de quien pretendiera levantar el velo que le oculta a nuestra vista: nos falta aún el sentido necesario para ello, el cual no se adquiere sino con la completa purificación del Espíritu. Pero si no puedes penetrar en su ciencia, se puede por el raciocinio llegar al conocimiento de sus atributos necesarios.
Sin conocer los atributos de Dios sería imposible comprender la obra de la Creación. Es el punto de partida de todas las creencias religiosas, y la mayor parte de ellas se han equivocado en sus dogmas. Las que no han atribuido a Dios la Omnipotencia, han imaginado diferentes dioses; y las que no le han atribuido la soberana bondad, han hecho de Él un Dios celoso, colérico, parcial y vengativo.
Dios es la Suprema y Soberana Inteligencia.
La inteligencia del hombre es limitada, puesto que no puede hacer ni comprender todo lo que existe. La de Dios que abraza el Infinito, es Infinita.
Dios es Eterno.
Es decir que no ha tenido principio ni tendrá fin. Si hubiese tenido principio, es que habría salido de la nada, pero es que la nada, nada puede producir.
Dios es Inmutable.
Si estuviese sujeto a mudanzas, las leyes que gobiernan el Universo no tendrían estabilidad alguna.
Dios es Inmaterial.
Es decir que su naturaleza es diferente de todo lo que nosotros llamamos material: de otro modo no sería inmutable, porque estaría sujeto a las transformaciones o mudanzas de la materia.
Dios no tiene forma Apreciable por Nuestros Sentidos.
Pues sin eso sería materia. Estas imágenes en que se presenta a Dios bajo la figura de un anciano de larga barba y cubierto con un manto, son ridículas. Tienen el inconveniente de reducir al ser supremo a las mezquinas proporciones de la humanidad: de ahí, a prestarle las pasiones de la humanidad y hacer de Él un Dios colérico y vengativo, no hay más que un paso.
Dios es Omnipotente.
Si no fuera así, no habría hecho todas las cosas.
Dios es Soberanamente Justo y Bueno.
La sabiduría providencial de las leyes divinas se revela así en las cosas más pequeñas como en las más grandes, y esta sabiduría no permite dudar de su justicia y de su bondad. Estas dos cualidades suponen todas las demás: es infinitamente bueno, y sus obras dan testimonio de su sabiduría, de su bondad, y de su próvido amor. La soberana bondad supone la soberana justicia.
Dios es Infinitamente Perfecto.
Imposible es concebir a Dios sin lo infinito de las perfecciones.
Dios es Único.
La unidad de Dios es la consecuencia de lo infinito de sus perfecciones. La ignorancia del principio de lo infinito de las perfecciones de Dios, es la que ha engendrado el politeísmo, culto de todos los pueblos primitivos, que atribuyeron a la divinidad todo poder que les parecía superior al de la humanidad. Más tarde, los progresos de la razón han conducido a confundir todos estos poderes en uno solo, y luego a medida que los hombres han comprendido la esencia de los atributos Divinos, han suprimido de sus símbolos las creencias que envolvían su negación.
En resumen, Dios no puede ser aventajado en nada por ningún otro ser, por eso es infinito en todo, así es que comprobada la existencia de Dios por sus obras se llega por simple deducción lógica a determinar los atributos que le caracterizan.
Dios es la Soberana y Suprema Inteligencia: Único, Eterno, Inmutable, Inmaterial, Omnipotente, Soberanamente Justo y Bueno, e Infinito en todas sus perfecciones:
y no puede ser otra cosa. Tal es el fundamento sobre el que descansa el edificio universal, es el faro cuyos rayos se extienden por el Universo entero y el único que puede guiar al hombre en la investigación de la verdad. Siguiéndole nunca se extraviará, y si tantas veces se ha extraviado, es por no haber seguido el camino que le estaba indicando.
Este es también el criterio infalible de todas las doctrinas filosóficas y religiosas. El hombre tiene que juzgarlas rigurosamente en los atributos de Dios; y puede decirse con certidumbre que toda teoría, todo principio, todo dogma, toda creencia, toda práctica que esté en contradicción con uno solo de estos atributos, que tendieran no ya a anularlos sino a disminuirlos, es un error, está fuera de la verdad.
En filosofía, en psicología, en moral, en religión sólo es verdad lo que no se aparta un ápice de las cualidades de la divinidad.
La religión perfecta sería aquella cuyos artículos de fe estuvieran en todo punto en consonancia con esas cualidades; cuyos dogmas pudieran sufrir las pruebas de esa confrontación sin menoscabo alguno.
La escuela que reconoce a Dios como causa primera, y admite el progreso indefinido del Espíritu, no pertenece a los sistemas impíos, ni a las científicas aberraciones.
Amalia Domingo Soler
La Luz del Porvenir