
No viene el Espiritismo a derribar templo alguno, ni a conquistar uno a uno fieles del catolicismo; que entonces haría lo mismo que las demás religiones, que se disputan santones y milagrosas leyendas; canonjías y prebendas; cuentos y tradiciones.
¡Ah! No; está muy lejos de eso; porque la Escuela Espiritista, es harto racionalista y no quiere el retroceso; sueña con el progreso, con la redención humana, cree que el ayer y el mañana y el presente, todo es uno; y que no hay hombre alguno que sea su aspiración vana.
Todos pueden ascender y hasta los cielos subir, siendo iguales el porvenir del hombre y de la mujer, creen que querer es poder, que una firme voluntad, yendo en pos de la verdad y abrigando un gran deseo, se hace gigante un pigmeo ansiando su libertad.
Esta es la noble misión que tiene el Espiritismo, decirle al hombre:
tú mismo, has de hacer tu redención.
No hay ninguna religión que te pueda redimir; tú mismo tienes que ir cultivando tu terreno, y sólo siendo muy bueno, tendrás un buen porvenir.
Es inútil que tus bienes repartas entre santones, no alcanzan sus oraciones celestiales para bienes, ¿Quieres la gloria?
Pues tienes que ir conquistando los cielos, prodigando tus consuelos a infelices afligidos, y dando a los desvalidos tus compasivos desvelos.
¿Quieres gastar tu riqueza en alzar un Santuario? ¡Ah!… pues es más necesario que veles por la pobreza.
El pueblo hambriento no reza, que sus ocios ejercita buscando en la dinamita los horrores del estrago; el que por la fuerza es vago, sólo en el crimen medita.
Protege la agricultura, levanta granjas modelo, y haz fecundo el duro suelo que el buen arado tritura, después, mirando a la altura tras telescopios potentes, pregúntate qué sientes allí, donde tu alma más se eleva, si dentro de una triste cueva o ante mundos esplendentes.
No repartas tus caudales, pero haz que sean productivos, y redimirás cautivos de las infamias sociales.
Os afligen grandes males, más ninguna religión os dará la salvación ni tampoco el ateísmo; es sólo el Espiritismo el que dará la solución.
Al gran problema social, el descontento de todos; que unos y otros, cual beodos en impura bacanal, hacéis el mal por el mal, vivís… sin saber vivir, bajando… queréis subir, huyendo… queréis llegar; ¡Qué modo de delirar y qué modo de sufrir!…
Los ricos temen al pobre, creyendo que éste, algún día dirá con fiera ironía: no me déis, no, lo que os sobre, quiero vuestro oro y no vuestro cobre es lo que quiero en mi encono, que harto tiempo en abandono por mi mal me habéis tenido; si no me dais lo que os pido ¡Temblad!… porque no os perdono.
Y el pobre ¡Con qué tristeza ve pasar al potentado en su coche reclinado insultando su pobreza!…
De este desnivel, empieza a surgir la tempestad, viviendo la humanidad entre engaños y perfidias, entre rencores y envidias en horrible oscuridad.
Para este mal (que es añejo), no hay medicina en la Tierra; suele atajarle la guerra, pero este remedio es viejo.
Más que armas, de buen consejo necesitáis los terrenales; saber porqué vuestros males os abruman con su peso, y de qué modo el progreso vence en las luchas sociales.
Pues, el Espiritismo os viene a revelar, el modo de progresar y redimirse uno mismo. Sin que ningún fanatismo venga a perturbar la mente, sin que la fe del creyente robe a la razón su imperio, sin milagroso misterio que a su buen sentido atente.
Un estudio razonado de sana filosofía, un examen día tras día del presente y del pasado.
De todo hecho consumado la consecuencia esperar, y así podréis cosechar los frutos que deseéis, de los que crímenes sembréis, cuentas tendréis que saldar.
Los que en santa abnegación lleguéis hasta el sacrificio, y apartéis del precipicio la espantosa tentación, al que en la loca obcecación quiera por violencia hallar, lo que no puede encontrar, (porque nunca sembró el bien) sirviéndole de sostén, ¡Cuánto podréis progresar!
De tal siembra, tal cosecha, esto es la vida; no hay más; a tu paso encontrarás lo que hiciste en otra fecha.
¿Sospechastes? La sospecha irá tus huellas siguiendo, ¡Calumniastes? Pues sufriendo irás calumnias de otro; cada cuál se forma el potro en el que vive muriendo.
No es una sola existencia en la que el alma vacila, su organismo se aniquila, pero no su inteligencia, ésta, adquiriendo experiencia va tomando encarnaciones, y a las civilizaciones va su concurso prestando, y trabajando y luchando va venciendo sus pasiones.
Ésta sí, ésta es la verdad, ¡Redimirse uno a sí mismo!
Éste es el Espiritismo
¡Puerto de la humanidad!
Ésta es la hermosa igualdad en la cual todos soñaron; pero todos deliraron, porque en sus sueños no vieron, que jamás iguales fueron los que por vivir lucharon.
He aquí la noble misión que tiene el Espiritismo; decirle al hombre: tú mismo lograrás tu redención.
¡No hay ninguna religión ni ningún cambio social que te quite de tu mal ni un átomo de su peso; obra tuya es tu progreso, y el progreso universal!
Amalia Domingo Soler
La Luz de la Verdad