Un lecho de flores

 

¡He aquí una gran verdad! Nada debe destruirse sin tener preparado de antemano lo que con ventaja pueda sustituirlo; por esto para destruir las religiones se debe buscar la religión, porque ¿qué sería de las sociedades si al perder la sombra de las religiones, no encontraran el faro de la verdadera religión?

El hombre necesita creer, respetar, admirar algo superior a él, por esto las religiones han sido necesarias con sus misterios, con sus divinidades, sus grandes sacerdotes, sus santos y sus altares; sus nubes de incienso, sus sacrificios y sus ofrendas. Todo ha tenido su razón de ser, todo ha venido a su tiempo en la vida de las civilizaciones; porque el reloj del progreso, nunca se ha retrasado un minuto, ni se adelantado un segundo.

La humanidad muchas veces se impacienta; también nosotros hemos pertenecido a los impacientes, y aun ahora nos impacientamos y decimos, que caminamos a paso de tortuga, pero luego reflexionamos y conocemos que el fruto debe cogerse en sazón, porque verde no tiene sabor alguno, y el espiritismo puede dar luz a la humanidad cuando esta esté medianamente instruida.

Dice Dumas que la ciencia será la religión del porvenir; es muy cierto; y el espiritismo se extenderá como vid frondosa y sus sarmientos arraigarán en el corazón del hombre cuando éste esté bastante educado, cuando su pensamiento se eleve a Dios, Cuando sepa sentir y sepa orar sin necesidad de rezar una oración determinada; entonces comprenderá lo que vale la comunicación ultraterrena, que vale mucho, y hoy se aprecia muy poco; pero…. observamos que nos vamos como de costumbre al terreno de la impaciencia, y hacemos mal, que no por mucho madrugar amanece más temprano, y para calmar nuestro deseo de adelanto fuera de tiempo, recordaremos y transcribiremos el diálogo que sostuvimos con un amigo nuestro, hombre verdaderamente sabio, de profunda experiencia, que da a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César.

Lamentando nosotros el lento desarrollo del espiritismo, nos dijo nuestro amigo sonriendo dulcemente:

—Párate a pensar mujer, párate a pensar.

—Pues por lo mismo que mi pensamiento se fija en lo que sucede, deploro lo que acontece.

—¿Y qué ocurre de particular?

—¿Os parece poco el desbarajuste que hay entre los espiritistas? que cada cual piensa a su manera, que no tienen unión ninguna, que murmuran los unos de los otros sin compasión

—¿Y por eso le asustas mujer? ¿Naciste acaso ayer? No; tu espíritu ya es muy viejo y tu cuerpo actual perdió la lozanía de la juventud, lo (que prueba que hace algunos lustros que ruedas por la tierra.

—Bien; ¿y qué me queréis decir con eso?

—¿Qué te quiero decir? que no has aprovechado el tiempo, que no comprendes las cosas de la vida.

¿Qué no las comprendo?

—.No; porque lamentas lo que sucede dentro del orden natural.

—.Ahora sí que no os entiendo.

—Ya me explicaré mejor, ya me explicaré. Tú sientes que el espiritismo no haya sentado sus reales en el mundo con toda la seriedad y la verdad que le distingue; y deploras el escándalo que se produce con los malos centros espiritista, las desavenencias que se originan entre las distintas agrupaciones, el deseo que tienen todos de ser los primeros y la confusión que esto ocasiona. Pues mira, todo esto y mucho más aun, entra dentro del cumplimiento de la ley natural.

¿Qué es el espiritismo? Es una escuela religiosa racionalista que aspira a regenerar la sociedad, derribando los pequeños templos de piedra, y en su lugar levantando en la conciencia de cada hombre un altar al Ser Omnipotente, presentándole a Dios por ofrenda cada individuo el perfume, la esencia de sus buenas obras.

El espiritismo racionalista viene a destruir con el trascurso de los siglos todas las castas sacerdotales, porque cada hombre será un sacerdote que cumplirá estrictamente con todos sus deberes en el santuario de su hogar.

¿Y quieres tú que esta gran reforma, la más grande, la más trascendental, la mas radical que han presenciado las humanidades, se verifique en un segundo? porque un siglo es menos que un segundo en la eternidad.

Y el espiritismo entre vosotros se comenzó a conocer y a vulgarizar a mediados de este siglo. ¿Y quieres decirme qué son treinta, ni cuarenta años para la reforma de una sociedad viciada, egoísta, materialista, escéptica, ateísta, que cifra en la nada su esperanza postrera… que tras de la tumba no ve más que el caos….?

—Tenéis razón; ¡yo quiero un imposible! tengo sed de vida…y….

—Sí; tú quieres que las acequias rieguen los campos sin tomarte el trabajo de buscar los manantiales. Además, voy a hacerte una comparación sencilla, pero exacta; estúdiala y verás que tengo razón.

—Hablad, hablad, que con atención os escucho.

—Mira, tú que como toda mujer eres curiosa, más de una vez habrás corrido a ver procesiones, manifestaciones populares, grandes revistas, comitivas de príncipes o de reyes, y habrás observado que delante de las procesiones primero van los monaguillos, los sacristanes, el bajo clero, y luego las altas dignidades de la iglesia y por último la imagen venerada, seguida del prelado que gobierna la diócesis.

En las comitivas de los reyes, primero van los palafreneros, después los escuderos, los pages, los gentiles hombres, y por último los príncipes o reyes rodeados de sus más distinguidos dignatarios.

En la marcha de los ejércitos van delante los batidores; los trompeteros, luego siguen los demás soldados y por último el general en jefe rodeado de su estado mayor; que siempre los grandes personajes van precedidos de sus inferiores y en todas las manifestaciones en las cuales se reúne mucha gente, ¿no vas reparado quienes son los que van delante de todos?

Ciertamente los que habéis dicho.

—No, delante de los que ya he nombrado van otros en gran número.

—Si… ¿quiénes son?

Los chiquillos. ¿Has visto nunca procesión, ni regia comitiva, ni ejército en marcha que no vaya procedido de un enjambre de chiquillos?

—Es verdad, tenéis razón; que esos pequeños inconvenientes públicos (como les llamó Paul Feval) se encuentran en todos los parajes donde se organiza alguna fiesta, revista militar o procesión.

—Pues esos son los que ahora van delante del espiritismo, los chiquillos: y hacen lo que siempre suelen hacer los chicuelos, corren, gritan, adelantan, retroceden, alborotan, escandalizan, se caen, se levantan; y así van; y si bien hay algunos hombres pensadores que se manejan con bastante cordura, estos son niños grandes, que tú sabes que, entre los chiquillos, nunca faltan algunos que son más formales que los demás, pero niños al fin.

Y por mucho que le pese a vuestros sabios; y a tí te parezca que exagero, hoy el espiritismo se encuentra en manos de los chiquillos y no en vano tienen los gitanos una maldición que dice: «¡en poder de chiquillos te veas ¡porque los muchachos, repáralos, tienen afán de saber, y aprenden destruyendo. Les das un juguete, y lo primero que hacen es preguntarse a sí mismos como está hecho, y para enterarse de su mecanismo lo rompen.

—Tenéis razón, hace pocos días que me hizo reír una niña, que tiene poco más de dos años. Tenía una muñeca de cartón, la que dentro, para que hiciera ruido, le habían puesto un puñadito de perdigones. A la niña este ruido lo llamaba poderosamente la atención y le daba vueltas y revueltas entre sus manos al juguete sin quedar satisfecha de sus investigaciones, hasta que al fin rompió el vestido de la muñeca y al ver salir los perdigones nos dijo con aire satisfecho: esto era lo que sonaba.

—Pues mira, eso mismo hacéis los chiquillos con el espiritismo: os llaman la atención sus fenómenos, y muchas veces, como la niña de tu cuento destrozó su muñeca, vosotros destrozáis vuestros médiums para ver hasta dónde llegan los espíritus con sus gestos y convulsiones, pero en una sociedad tan viciada y tan hipócrita, solo los chiquillos con su espontaneidad y su irreflexión podían de buen grado acoger al espiritismo, reforma de todas las reformas, que viene como vino Cristo a echar a los mercaderes del templo, que viene a desenmascarar a todas las religiones, y a implantar en la tierra la verdadera religión.

El espiritismo no es un profeta, no es un Mesías, no es un Redentor, es la comunicación directa de todos los redentores, es el cumplimiento de todas las profecías, es el advenimiento de la razón en el reinado de la justicia, es la ley de Dios promulgada en todos los lugares do la tierra, y esa ley de igualdad, esa doctrina de fraternidad y de amor, tienen que rechazarla los hombres de la vieja generación porque les quita sus privilegios, sus canongías, sus prebendas y su fuero sacerdotal, y solo los chiquillos, los que viven desheredados, los que nada tienen que perder, son los que acogen la idea nueva, por esto no extrañes que haya tumultos y algazara, que donde dominan los chiquillos, escándalo seguro.

Pero no te impacientes: los niños crecerán, de la generación vieja se apoderará el tiempo, «ese sepulturero que agachado se oculta en la sombra, y él la enterrará» como dice Víctor Hugo. La verdad y la luz son los atributos del porvenir, y la luz brillará cuando en el horizonte no haya una nube.

Tú querrías que ahora se arrancaran las piedras de los templos, ¿Y qué pondríais en su lugar?

Nada se destruye sin tener con que reemplazarlo; y los hombres de hoy no tienen el adelanto suficiente para convertir la creación en templo: ¡son los pequeñitos…. que se pierden en las inmensas bóvedas de esa gran Basílica llamada naturaleza 1 Para los infusorios una gota de agua es el Océano!

¡Deja que cada oruga viva dentro de su capullo que ya llegará el día anunciado por el Evangelio!

Las casas viejas ellas mismas se caen, y los harapos de nuestros vestidos ellos nos los dejan, «Ha llegado la época de la disolución del nuevo mundo. Los despotismos de antes se encuentran condenados por la ley providencial» como dice Víctor Hugo.

Espera, las religiones han llegado al periodo de la ancianidad y decrepitud, pero la verdadera religión aún no ha salido de la niñez.

No quites dioses mientras no puedas reemplazarlos con un Dios. No creas por esto que yo te diga a tí y a los demás chiquillos que componéis la falange espiritista, que os crucéis de brazos y dejéis venir los acontecimientos.

No; esperad trabajando, mirad y observar que hacen los demás niños, no siempre juegan, también estudian y van a la escuela.

Pues haced vosotros lo mismo, preparad el camino, nivelad el terreno, y pasad vuestro arado para que la tierra sea laborable, y no dejéis nunca de trabajar.

No os fijéis si los otros se cruzan de brazos, ni lamentéis si hay escándalo, que con vuestras lamentaciones hacéis lo que los chiquillos con la bola de nieve, que mientras más rueda más grande se hace.

—Ya vemos que comprendéis muy bien lo que es la vida.

—Sí, mujer, sí, hemos hecho un estudio especial de la sociedad de nuestros días, y comprendemos que antes de destruir necesitamos crear.

Estoy muy conforme con derribar los altares de los dioses, pero antes quiero levantar el obelisco de la razón y las pirámides de la ciencia, porque sin la razón por guía, y sin la ciencia por base, no hay religión racional, y sin el racionalismo religioso la sociedad sería un caos sin dioses, y sin Dios.

Dice muy bien nuestro sabio amigo; nada debemos destruir sin tenor antes con que reemplazarlo. El espiritismo está llamado a trastornar el orden social, más hoy está en poder de los chiquillos; pero afortunadamente este mal tiene remedio; los niños crecen, nosotros creceremos también, y cuando volvamos a la tierra seremos espíritus más experimentados, más prudentes, más precavidos, y sobre lodo más amantes de trabajar.

¡El trabajo! he aquí la única riqueza positiva! he aquí el verdadero progreso!

¡El trabajo siempre acoge al hombre, siempre consuela nuestros dolores y nos distrae de nuestras penas y siempre nos conduce a Dios!

¡Espiritistas! no olvidemos nunca que las religiones no las podemos destruir hasta que hayamos cimentado la verdadera religión.

Hombres que amáis el progreso, que soñáis con la luz y deseáis la verdad, ¿queréis regenerar este planeta? ¡Pues bien, trabajemos todos, que el trabajo es el pedestal de Dios!

 

Amalia Domingo y Soler

 

La Luz del Porvenir

Año 7º   Gracia:4 de Febrero de 1886 nº37