José AniorteSi todos los espíritus reencarnados en este mundo tuviéramos una idea aproximada, de lo que nos aguarda en el camino que nos queda por recorrer, si se tuviera una ligera noción del grado de evolución que un día todos podremos alcanzar, es seguro que antes o después, todos introduciríamos notables cambios en nuestra vida.

            La vida de los seres humanos transcurre en la mayor inconsciencia, indiferentes a sus obligaciones y compromisos espirituales; sin percatarse de que un día regresaron a la Tierra en una nueva existencia justamente para cumplirlos, con el objetivo principal de conseguir su progreso y evolución espiritual. Si el Espíritu considerara dos principios tan beneficiosos como son la oración y la meditación en su vida diaria, la lucha de la vida, comúnmente llamada, sería más soportable. Estos dos principios son básicos para todo el que sea consciente y responsable de sus actos. Aquéllos que acostumbren a orar y meditar con verdadero sentimiento cada día, estarán buscando en el mundo espiritual, la ayuda, inspiración y fuerza necesarias para poder afrontar los obstáculos y dificultades que les presente la vida, y preparándose para el futuro camino que aún les queda por recorrer.

          El hábito de la oración y meditación diaria contribuye a desenvolver, en quienes hacen esta práctica, facultades que permanecían ocultas y que una vez desarrolladas son muy útiles para la captación de ideas a favor del progreso del Espíritu. Los espíritus encarnados ya traen todo un conjunto de facultades y aptitudes en estado latente, en espera de su manifestación; el momento de oración y meditación es el más indicado para el desarrollo de estas facultades. En este momento de recogimiento y concentración el Espíritu atrae la luminosidad del mundo espiritual, que le muestra el camino que debe de seguir. Sabemos que a muchas personas no les gusta la idea de orar (yo mismo me solidarizo con ellos), y estas mismas personas han conseguido cosas extraordinarias. Estas personas usaron de forma intensiva la facultad intuitiva para captar y desenvolver las ideas de todo cuanto consiguieron realizar. En lugar de la oración, utilizaron el pensamiento en sus momentos de reposo, haciéndolos girar alrededor de sus objetivos y proyectos, mayormente en las horas de sueño y también en las horas de trabajo, y si no practicaron la oración como método, sí se concentraron día y noche en sus objetivos, esto permitió que captaran las ideas para realizar su trabajo.

                   Es deplorable ver cómo los seres humanos de forma voluntaria se desenvuelven en actos que son incompatibles con las leyes divinas, como si estuvieran adormecidos en el interior del cuerpo físico que conducen. Son muchísimos los espíritus que están dominados por las sensaciones del cuerpo, con más o menos inteligencia y conocimiento espiritual. Esto no influye en la conducta de las personas, que de forma tan penosa se dejan dominar por los vicios y se hunden en el placer del sexo o las drogas, permitiendo que la adicción generalizada de drogas como el tabaco o el alcohol destruya su organismo humano, dejando impregnado su periespíritu de sustancias tan perjudiciales y nocivas con las que volverá al plano espiritual después de la muerte física, como consecuencia de sus actos insensatos.

            Todos los espíritus encarnados en la Tierra durante este siglo, hemos venido aquí con el fin de completar el aprendizaje iniciado hace miles de años, en este planeta o en otros más atrasados, para en un futuro próximo poder ingresar en mundos más adelantados, habiendo conseguido para ello las condiciones necesarias exigidas para habitar estos otros mundos de mayor evolución.

               El proceso de evolución en los seres espirituales es muy semejante al proceso educativo empleado en la Tierra. El alumno en nuestro plano material debe aprobar un curso para pasar a otro superior. El sistema es el mismo para los seres espirituales, con la excepción de que un año de estudio en un alumno terrestre, se convierte en una, dos o más reencarnaciones para el alumno espiritual, que podrían ser dos o tres siglos de vida en la Tierra.
Esto es debido a que el estudio y el conocimiento espiritual, es mucho más complejo que el estudio realizado en este planeta.

                       Todos los espíritus que pueblan los incontables planos de vida dispersos en la inmensidad del Universo infinito, están destinados a conseguir la perfección de sus facultades, en una carrera interminable e indefinida. Los habitantes de hoy en esta esfera terrestre, ya tienen conseguido un determinado grado de conocimiento espiritual. Como consecuencia de ello tienen la responsabilidad que les obliga a completar en su camino de progreso, las perspectivas y objetivos que el Espíritu encarnado ha emprendido y que intenta cumplir, librando las dificultades que la vida material representa.

                La muerte se presenta en nuestras vidas sin avisar, nos sorprende y nos transporta hasta el mundo de los espíritus de forma natural. Esto es una realidad en que nadie piensa y no sólo esto, sino que infunde temor y un miedo exagerado, por lo que la mayoría intenta apartar de su mente esta realidad en lugar de prepararse para cuando llegue este momento.

                         El resultado de esto es la inconformidad que sufren una gran cantidad de personas cuando se produce la muerte del cuerpo y se lamentan por mucho tiempo en el plano espiritual, desconsoladamente, incapaces de aceptar o comprender lo que ha sucedido. Y mucho peor es la situación de los espíritus que no comprenden este fenómeno y se quedan aquí en la Tierra confundidos en su propio ambiente, incluso pensando que siguen vivos y que poseen el mismo cuerpo. Entristece ver que aún esté sucediendo esto en nuestro mundo. Debido a esto hay una multitud de espíritus que permanecen perdidos en el mismo lugar que vivieron, completamente abandonados, imposibilitados de regresar a los planos de consolación y reposo. Esto les sucede porque vivieron una vida desordenada durante los años que duró su existencia en el cuerpo físico, preocupándose solamente de conseguir bienes materiales y olvidando las leyes y los principios divinos. Estos espíritus están ignorantes de la vida espiritual, como si aún fuesen niños de la vida terrena; y no se puede decir que esta situación se dé en espíritus que vivieron una existencia en condiciones inferiores o que vivieron lejos de la civilización.
La triste realidad es que entre los seres que así vivieron y aún viven, hay muchos de ellos que tenían perfecto conocimiento de las leyes espirituales, y otros que consiguieron construir una sólida fortuna aquí en la Tierra y sólo de ella se preocuparon como si ese patrimonio pudiese representar su felicidad eterna.
Estos espíritus se presentan cuando regresan a la Tierra, tan ignorantes de todo lo que debían saber sobre la vida espiritual, que sólo de mirarlos se sienten ganas de llorar. ¡Pobres espíritus!
Que irresponsablemente se negaron sin querer conseguir aquello que constituye el verdadero objetivo de su vida terrena, en esta última encarnación decisiva para conseguir la elevación de su Espíritu.

                      Muchos hermanos espíritas se esfuerzan intentando esclarecer estas mentes oscurecidas, sin darse cuenta de que son víctimas de su propia ignorancia; el mundo espiritual cuenta con los recursos necesarios para atender a cada uno de estos casos y a nosotros sólo nos cabe recordar las palabras del Maestro Jesús:
“un ciego no puede guiar a otro ciego, porque ambos caerán en un hoyo”.

                        Todos los espíritus que vivieron una existencia en este mundo y estuvieron dedicados a los intereses y placeres de la materia, regresan al mundo espiritual con grandes sufrimientos por haber acabado su vida sin haber conseguido nada útil o bueno para ellos mismos, sintiéndose como mendigos desnudos sin una mala ropa o andrajo que cubra su cuerpo. En algunos casos el sufrimiento es tan grande y desesperante que se hace necesario su internamiento en uno de los muchos centros de rehabilitación que existen en el Más Allá, hasta su recuperación o hasta que pueda readquirir de nuevo su conciencia. En estas organizaciones existentes en el espacio hay tratamiento adecuado para todas las enfermedades mentales producidas por el estado psicológico más o menos enfermo de cada uno. Las almas que llamamos enfermas encuentran allí un cuerpo clínico integrado por verdaderos científicos espirituales, por los cuales el Espíritu enfermo, será pacientemente atendido.

                            Si los seres humanos dedicaran más tiempo a la oración y la meditación diaria, regularizando su hábito, el contacto con los espíritus superiores sería mayor y la vida de todos los seres humanos estaría rodeada de un ambiente feliz y tranquilo.

                       En vista de la situación que se tiene que dar durante este siglo, con respecto a las modificaciones en la esfera terrestre, cambiará por completo todo el sistema de vida. Cesarán o se reducirán al máximo todas las infracciones morales cometidas por los hombres y mujeres del presente. Los habitantes que ya comienzan a llegar y seguirán llegando en más cantidad durante el próximo siglo; debido a su grado de elevación espiritual tendrán siempre presente la necesidad de mantenerse ligados a sus respectivos planos espirituales de donde recibirán diaria y continuamente la inspiración y ayuda que puedan necesitar.

                          La ley de consecuencias, sabia y perfecta como todas las leyes divinas, es una de las leyes que más influencia tiene en nuestra vida, no sólo en este mundo terreno sino también en todos los mundos del Universo. Esta ley es la que determina la existencia entre nosotros de personas que por su deficiencia física nos causan dolor y sufrimiento, determina también la existencia de un gran número de hermanos valerosos y buenos que nacen ciegos. Digo “valerosos” porque realmente lo son, por el hecho de haber escogido o aceptado una encarnación privados de la luz, y por las pruebas que nos dan de su entereza y fuerza moral. Ellos saben bien, y lo recuerdan claramente en su memoria espiritual, que una vida pasa muy deprisa, que por larga que pueda parecer es sólo un segundo en la eterna existencia del Espíritu inmortal.
Sin sentirme superior a nadie porque no lo soy, me gustaría decir a todos los habitantes de este mundo, con toda sinceridad, que un gran número de ellos debe de cambiar el rumbo de su vida, porque están siguiendo un camino equivocado, que deben dedicar un tiempo a la practica de la oración y la meditación para que sus guías espirituales puedan acercarse a ellos y puedan hacerles comprender o recordar, cual es el verdadero objetivo de su actual existencia.

                                Todos los espíritus encarnados en este planeta tenemos la obligación de contribuir para la perfección del sistema de vida que encontramos en cada una de nuestras existencias, legando a nuestros sucesores un mundo cada vez mejor. Pero ese deber no quiere decir que nos dejemos absorber completamente por los intereses de la vida material. En primer lugar debemos mantener presente en nuestra memoria que somos almas encarnadas, espíritus de Dios en misión de perfeccionamiento moral en este pequeño mundo físico, por lo que deberíamos de reflexionar con mucha atención y proceder de acuerdo con el objetivo que ya trazaron para nosotros en el mundo espiritual para la presente encarnación. Y este objetivo, todos sabemos sobradamente que supone adquirir nuevos merecimientos para la evolución de nuestro Espíritu.

                             A todos nosotros nos fue concedido el uso del libre albedrío el cual podemos utilizar de la forma que mejor nos parezca, hasta que fallemos alguna de las leyes divinas y suframos en nosotros mismos las consecuencias de la falta cometida. Hay un principio reconocido en todos los planos del Universo que dice: se aprende más fácil una lección por la experiencia que por la explicación dada a cualquier tema. Existe un relato muy conocido en el que la madre recomienda al niño que no toque las brasas porque se quemará, y cuando la madre se da la vuelta, el niño en su curiosidad infantil no resiste la tentación de tocar las brasas; finalmente las toca con los dedos y el grito que escapa de su garganta por la pequeña quemadura le servirá de experiencia y recuerdo toda su vida, porque sintió que el fuego quema y de esa convicción quedaron impregnadas todas las células de su cuerpo. La experiencia es, sin duda alguna, en nuestra vida el mejor profesor que existe. La diferencia entre este relato y la realidad espiritual es que la falta o infracción cometida por el ser humano contra las leyes divinas, no siempre se pueden corregir en la misma existencia terrena, pues hay casos en los que el Espíritu queda seriamente afectado y sólo puede hacer la rectificación en una nueva existencia futura. Por esto debemos obstinarnos en dominar y vencer todas las debilidades que sentimos, provocadas por las sensaciones de la materia, antes de que ella nos domine a nosotros y nos haga esclavos de sus pasiones.

                                      Deseo resaltar la importante trascendencia que tiene el pensamiento sobre el cuerpo físico, para mantener su salud así como la juventud del mismo. El pensamiento es el elemento de ligazón externa del ser humano, es decir, el vínculo de comunicación con el mundo invisible. Éste es perfecto cuando se aprende a usarlo correctamente. Por el pensamiento se recibe del plano espiritual el bienestar del alma y el fortalecimiento moral tan necesario e imprescindible para afrontar los reveses de la vida material. Por el contrario, cuando nuestra mente confundida crea elementos negativos, originados por intereses contrariados o por algún otro hecho desagradable que queremos ocultar sin reconocerlo, se provoca en lo más íntimo de nuestro Ser un verdadero disturbio glandular. Esta alteración modifica por algún tiempo toda la función orgánica, con lo que se sufre grandes cambios en el proceso del metabolismo. La eliminación de estos residuos produce aparentemente enfermedades orgánicas en el cuerpo que sólo tienen su origen en una mente debilitada y que muchas veces confunde hasta los propios médicos.

                  Uno de los peligros más inminentes que sufre hoy esta humanidad es el asedio y el embaucamiento que realizan las fuerzas negativas del bajo astral, en su empeño para influir en los seres humanos, de forma que a través de las tentaciones se sientan inclinados y hasta deseosos de participar y sentir las sensaciones de las pasiones materiales que tanto daño están causando a los seres que se someten a ellas. La tentación campea por todas partes, causando perjuicio y sufrimiento desde los primeros tiempos y a todas las generaciones que ya pasaron por el planeta.

                               El mejor método para prevenirse contra las tentaciones no es resistirlas cuando éstas se manifiestan. Cuando aparecen es porque el envolvimiento psíquico ya está hecho, y en ese caso el remedio pierde su eficacia. Así que lo más indicado no es resistir la tentación sino evitarla y la mejor manera de conseguir esto es manteniéndose en contacto con el mundo superior a través de la práctica de la meditación y de la oración, teniendo en cuenta que esta práctica debe ser sincera y sentida. Si asumimos este compromiso de comunicación con nuestros guías espirituales, estableceremos una envoltura en nosotros mismos, con una poderosa protección contra las malas ideas y contra todo lo que nos pueda causar algún mal. Estas ideas negativas circulan por todas partes, irradiadas por mentalidades enfermas y atrasadas del mundo espiritual inferior y deben ser rechazadas por todas las mentes sanas. Para conseguir esto, para repeler las vibraciones negativas portadoras de esas malas ideas, sólo existe una fórmula que es conseguir el control total de nuestra mente, y con fortaleza y disciplina dirigirla hacia el camino que nuestro Maestro Jesús nos enseñó. Este camino de redención, en un principio se hace muy difícil porque tiene muchos obstáculos que dificultan nuestra marcha y nos producen heridas dolorosas en nuestro cuerpo.

                        Yo, haciendo uso de mi experiencia, puedo decir que podemos ejercer sobre nuestro cuerpo cierta fuerza de voluntad, transmitiendo energías al organismo enfermo para que éste siga adelante. De este modo avanzamos en el camino emprendido, los obstáculos se vuelven más vulnerables y disminuyen de tamaño, el cuerpo siente las enfermedades sin darles importancia, y entonces una especie de luz nos envuelve y nos permite ver más allá de nuestra existencia. La felicidad y el bienestar que esto nos proporciona, compensa acrecentadamente el sufrimiento y las dificultades que uno haya podido pasar a lo largo de una vida.

                           Si todos los hombres y mujeres siguieran estos consejos habrían cesado las infracciones contra las leyes divinas, y la vida en este planeta ya sería la de un auténtico paraíso, igual a los que existen en mundos más evolucionados que la Tierra. En estos planos de vida planetaria existe en todos los seres el sentimiento profundo de que el bien y la felicidad del semejante son su propio bien y su propia felicidad. La evolución espiritual de los seres humanos se procesa después de haber pasado por varios planos o mundos, unos más adelantados y otros más atrasados, convertidos en verdaderas escuelas que se abren por todo el Universo, para que ingresen en ellas todas las almas necesitadas de progreso y perfección espiritual.

                                El ser humano dedica todo su esfuerzo en reunir una gran fortuna aquí en la Tierra, sin darse cuenta de que esos bienes pertenecen por completo al mundo donde fueron adquiridos y en él tienen que permanecer. La fortuna material que los hombres consiguen reunir, con gran trabajo, esfuerzo y privaciones, se podría comparar a las montañas de nieve que los niños levantan con tanto placer, aun sabiendo que su duración es fugaz, sólo hasta que el calor del Sol las haga desvanecer. Este ejemplo es aplicable con muy poca diferencia a la fortuna conseguida en la vida material; en este caso el Sol sería el momento de partir de regreso al mundo espiritual, de aquéllos que reunieron su patrimonio con el mismo afán y entusiasmo que los niños hicieron su castillo de nieve, evaporados ambos de igual forma.
La fortuna dejada aquí en la Tierra, casi siempre se disuelve también, formando entonces pequeños montículos de nieve sujetos a los rayos solares. Queda claro que todos los seres humanos regresamos al mundo espiritual de manos vacías, respecto a los bienes materiales, cualquiera que haya podido ser nuestra posición social o forma de vida.

                          La única fortuna que se integra definitivamente en la personalidad espiritual de cada uno y ningún poder humano ni astrológico podría jamás desintegrar, son los valores morales conseguidos por uno mismo, con el sacrificio, la renuncia, la humildad, la tolerancia y el deseo imperante de transmitir y compartir estos valores con nuestros semejantes. Una vez conseguido esto habremos alcanzado nuestra transformación interior que es el objetivo fundamental de nuestra existencia y con este logro, nos convertimos en fieles trabajadores y servidores del Maestro Jesús, y por la misma razón llegaremos a ser miembros de la nueva humanidad que tiene que poblar la Tierra.

                                    Sabiendo lo frágil que es la vida humana, por más sólida y resistente que nos pueda parecer, nadie puede establecer un plazo aproximado de permanencia en su existencia terrena, gozando de todas sus conquistas a lo largo de la vida. Porque si una determinada hora está marcada para nuestra muerte y no sabemos cuándo, ¿por qué no ponemos más atención a las explicaciones dadas en este capítulo? Si pensamos con algo de sensatez sería muy sencillo escoger el camino a seguir.

                                          El alma de cada criatura es como una luz interna que tenemos en lo más profundo de nuestro Ser, ensombrecida por los vicios y ambiciones materiales que impiden que su brillo salga al exterior. Aún así el alma emprende una lucha interna para que el reflejo de esa luz crezca poco a poco y se libere de las tinieblas que la envuelven, en forma de vibraciones materiales del cuerpo físico. Haciendo un esfuerzo sincero y con voluntad firme para cambiar nuestras actitudes y la forma de vida, escuchando y practicando los consejos dados aquí, es totalmente seguro que desde el mundo espiritual recibiremos la ayuda necesaria para conseguir nuestros objetivos espirituales.

                                 En los momentos actuales ya estamos viviendo una nueva realidad con la transformación del planeta y la adaptación hacia un mundo de paz y de justicia para todos los habitantes que consigan el mérito suficiente para vivir en este mundo renovado.

                                     Mis queridos hermanos, para acabar este capítulo, sólo quiero decir que de nosotros depende, el enfrentarnos a un futuro de paz o un futuro de sufrimiento.

José Aniorte Alcaraz

Elucidaciones Espíritas