CAPÍTULO I
DIOS
IV. Panteísmo
14 – ¿Dios es un ser distinto, o sería, según la opinión de algunos, la resultante de todas las fuerzas y de todas las inteligencias del Universo reunidas?
– Si fuese así, Dios no existiría; porque sería efecto y no causa, y no puede ser al mismo tiempo lo uno y lo otro.
– Dios existe, no podéis dudarlo, y esto es lo esencial. Creedme, no paséis más allá; no os extraviéis en un laberinto del que no podríais salir. Esto no os haría mejores, sino quizá un poco más orgullosos, porque creeríais saber mucho no sabiendo nada en realidad. Dejad, pues, a un lado todos esos sistemas, porque demasiadas cosas tenéis que más directamente os incumben, empezando por vosotros mismos.
Estudiad vuestras propias imperfecciones, a fin de emanciparos de ellas, y más útil os será que querer penetrar lo que es impenetrable.
15 – ¿Qué pensar de la opinión según la cual todos los cuerpos de la Naturaleza, todos los seres y todos los mundos del Universo serían partes de la Divinidad y constituirían en su conjunto la misma Divinidad: o sea de la doctrina panteísta?
– No pudiendo el hombre hacerse Dios, quiere ser, por lo menos, una parte de él.
16 – Los que profesan esa doctrina pretenden encontrar en ella la demostración de algunos de los atributos de Dios. Siendo infinitos los mundos, Dios es por la misma razón, infinito; no existiendo en ninguna parte el vacío o la nada, Dios está en todas partes; estando Dios en todas partes, porque todo es parte integrante suya, da una razón de ser inteligente a todos los fenómenos de la Naturaleza. ¿Qué puede oponerse a este raciocinio?
– La razón; reflexionad detenidamente y no os será difícil reconocer el absurdo.
(Allan Kardec,aclaración):
Esta doctrina hace de Dios un ser material que, aunque dotado de una inteligencia suprema, sería en grande lo que somos en pequeño. Ahora bien, transformándose sin cesar la materia, si no fuese de aquel modo, Dios no tendría estabilidad alguna y estaría sujeto a todas las vicisitudes, a todas las necesidades, incluso las de la Humanidad; y carecería de uno de los atributos esenciales de la Divinidad: La inmutabilidad. Las propiedades de la materia no pueden conciliarse con la idea de Dios, sin rebajarle en nuestro pensamiento y todas las sutilezas del sofista no conseguirán resolver el problema de su naturaleza íntima. Nosotros no sabemos todo lo que es; pero sabemos lo que no puede dejar de ser, y ese sistema está en contradicción con sus más esenciales propiedades. Confunde al creador con la criatura, absolutamente lo mismo que si se pretendiese que una máquina ingeniosa fuese parte integrante del mecánico que la concibió.
La inteligencia de Dios se revela en sus obras, como la de un pintor en el cuadro; pero tan lejos están de ser las obras de Dios el mismo Dios, como está de ser el cuadro el pintor que lo concibió y ejecutó
El Libro De Los Espíritus
Libro Primero – capítulo primero
2 abril, 2020