Ya brilla en el Oriente la luz de un nuevo día, la Tierra alborozada, a su Creador envía de gratitud profunda purísima expresión; trabajan afanosas gozosas muchedumbres, enseñas victoriosas tremolan en las cumbres, y el eco en el espacio repite ¡Redención!

Las castas oprimidas, los parias degradados, los siervos, los ilotas, que al ser desheredados hallaban en la Tierra tan sólo un erial: hoy alzan con asombro al cielo sus miradas al ver que ya son hombres, no cosas animadas: que ya son herederos del bien Universal.
La madre desolada, el padre entristecido, el hijo quejumbroso, la esposa que ha perdido al padre de sus hijos que le jurara amor: ya del pesar no sienten la flecha envenenada; la muerte ya no agita su diestra despiadada ni exhalan sus lamentos las sombras del dolor.

                  ¿Pero por qué este cambio? ¿Quizá las religiones, tal vez con sus milagros y con sus tradiciones han hecho que avanzara la pobre humanidad? ¿Quizá en algún Concilio de sabios Cardenales se ha dicho -¡La luz sea! Y nuevos ideales ¿Han levantado un templo al Dios de la verdad?

                      ¿Qué religión ha sido? ¡Qué ungido del Eterno solemnemente ha dicho que no existía el infierno, que el hombre siempre iba de su progreso en pos? Y que sin morir nunca, iba de mundo, en mundo, con el ferviente anhelo, con el afán profundo de hallar en los planetas el hálito de Dios

                ¿Se dijo esto en la India? ¿Quizás en Judea? ¿Lo reveló Confucio? ¿Moisés le dio a esta idea aliento, vida y forma? ¿Jesús la concibió? ¿Venció Mahoma por ella? ¿La proclamó Lutero? ¿Fue Sócrates el sabio quien le trazó el sendero y a las naciones libres el bien profetizó?

               ¡No es obra de uno solo!… no son las religiones las que le han dicho al hombre, que las generaciones no acaban en la tumba, que hay algo más allá; que hay mares tras la fosa, y playas, cuyos puertos acogen a las almas, reciben a los muertos, los que hallan una vida que nunca acabará!

                  No han sido los ungidos, no han sido los profetas, ni los conquistadores, ni los anacoretas los que le han dicho al hombre: -¡Tú tienes un ayer!… ¡Tú tienes una historia escrita en el pasado!… ¡Tú tienes una herencia, no estás desheredado!….. ¡El porvenir es tuyo!… ¡Luchando has de vencer!

                ¿Quién dio esta buena nueva? Quién dijo al hombre: Escucha, la vida no es la inercia, la vida está en la lucha, la vida es el trabajo, es la reproducción; tu yo pensante siempre se agitará en ti mismo, aún cuando disgregado contemples tu organismo, habrá en tu mente fuego y fe en tu corazón.

                 ¿Quién dijo estas palabras? –¡Los muertos las dijeron! Ellos las pronunciaron, ellos las repitieron en la Siberia helada y el suelo tropical; absortos muchedumbres sus voces escucharon, y entonces a sus deudos los muertos demostraron que es el Espiritismo ¡La redención social!

                      El alba del progreso iluminó a este mundo, cuando la niña débil y el pensador profundo sintieron los efectos de la revelación; cuando pequeños muebles con rapidez danzaron, y seres ignorantes con elocuencia hablaron, pintando las grandezas que encierra la Creación.

                        Entonces los más doctos, los más profundos sabios, (aunque burlona sonrisa se dibujó en sus labios) sintieron de la duda nacer vaga inquietud; con el mayor sigilo los lápices cogieron, llamaron a sus muertos, sus muertos respondieron; y a éstos les preguntaron: -¿Qué hay tras del ataúd?

                     ¿Por qué alentáis vosotros, si ya vuestros organismos disgregarse en la fosa, en ese triste abismo que toda vuestra savia hambrienta devoró? ¿Qué resta de vosotros si el cuerpo quedó inerte?… ¡Hay algo que resista al soplo de la muerte! ¿Vive algo eternamente? -¡Eternamente el Yo!

                         Dijeron los espíritus. -¡El yo, que significa la esencia de Dios mismo, la luz que vivifica a las humanidades que viven por doquier; el yo es la llama eterna del libre pensamiento, la voluntad que ordena, la fuerza, el movimiento, la noble inteligencia que inmortaliza al ser!

                           ¡Ese es el yo, el destello de la razón suprema, al yo, no le destruye profético anatema, podrán los cataclismos mil mundos derrumbar: mas las inteligencias individualizadas, conquistarán de nuevo magníficas moradas: que la misión del hombre es siempre progresar!

                        El yo pensante avanza en todas las edades, vosotros sois las almas de las humanidades que en lucha fraticida perdisteis vuestro ayer; en cambio hoy a la ciencia rindiéndole tributo, de razonado estudio recogeréis el fruto y adorareis la esencia del infinito Ser!

                           Dudad, que con la duda el hombre se engrandece, dudando se pregunta, la duda es la que ofrece semilla productora de lucha y discusión; la duda es el progreso, saber dudar es todo; dudando se analiza, dudando se halla el modo de unir con dulces lazos la fe con la razón.

                     Dudad, y si a la duda unís la burla osada ¿Qué importa vuestra risa? Si vuestra carcajada cuando dejéis la Tierra tendréis que interrumpir, y os hallareis entonces con la verdad desnuda, la negación es humo, la risa de la duda, es niebla que deshace el Sol del porvenir.

                       Así hablaron los muertos; los sabios escucharon, ¡Brilló la luz del alba! Los pueblos avanzaron, grandiosos ideales nos dieron libertad; y del Espiritismo siguiendo la enseñanza, los náufragos encuentran un puerto de bonanza: aquellos que trabajan con buena voluntad.

                      ¡El alba del progreso ya brilla en el oriente! El sol del adelanto jamás en occidente extinguirá los rayos de su infinita luz, la humanidad despierta de su profundo sueño, que ya no puede darle maléfico beleño la sombra del pasado envuelta en su capuz.

                El alba del progreso es el Espiritismo, por él comprende el hombre que es dueño de sí mismo, por él irán los pueblos de su grandeza en pos, por él se irán cumpliendo sagradas profecías: ¡Lucid nuevas auroras de venturosos días! ¡Brillad en el espacio satélites de Dios!

             El bien por el bien mismo con el mayor anhelo debemos practicarlo, que en él se encuentra el cielo; el bien da por efecto la paz universal; rindamos a la ciencia un culto reverente, digamos a los pueblos de Oriente y de occidente qué es el Espiritismo ¡La redención social!

Amalia Domingo Soler

La Luz que nos guía